-Indolente adaptación que no capta el espíritu de Flynn. Al menos cuenta con un excelente reparto y no aburre excesivamente.
-Charlize Theron es lo mejor de este confuso, incoherente y literalmente oscuro thriller.
La ex-periodista en Entertainment Weekly y ahora novelista de éxito, Gillian Flynn, con tan sólo tres libros se ha convertido en la autora de moda para llevar a cabo adaptaciones. La primera fue este pasado 2014, cuando David Fincher dirigió “Perdida”, la tercera novela de la escritora. De esa unión surgió algo tan escalofriante como milagroso, una película casi perfecta y repleta de capas que se quedaba en la cabeza del espectador semanas después de que las luces de la sala se hubieran encendido. Para la persona que escribe estas líneas “Perdida” fue una de las mejores películas del año pasado (además de una de las mejores de su director), pero también hay que tener en cuenta que el guión estaba escrito por la propia autora. En esta ocasión Gilles Paquet-Brenner se encarga de dirigir y escribir el guión, y queda muy claro que el cineasta parisino no es Fincher ni es Flynn. No obstante el reparto de la propuesta vuelve a ser excelente, con una fabulosa Charlize Theron a la cabeza. La secundan intérpretes de primera fila entre los que encontramos a: Nicholas Hoult, Chloë Grace Moretz, Christina Hendricks, Tye Sheridan y Corey Stoll.
El director despoja a la historia de ironía y humor negro para terminar firmando una cinta tan falta de ritmo como agonizante. En ningún momento capta el espíritu de la escritora y parece creer que la obra de la que proviene hará grande a la película sin tener que poner demasiado empeño en ello. Tan sólo su reparto y algunos aciertos de la fuente original logran mantener a flote esta apática adaptación. Lo que no quiere decir que sea recomendable ni nada parecido, simplemente que algunos elementos ayudan a que el público aguante hasta el final. En abundantes ocasiones rezuma olores a uno de esos infames telefilmes dominicales, incluyendo momentos absurdos y especialmente una narrativa tan desangelada como embarullada, en parte debido a un montaje totalmente incoherente. Los giros de guión (hay unos cuantos) no funcionan, casi todos son muy previsibles y algunos -de nuevo- no tienen el más mínimo sentido. Además, aparte del humor, el director ha conseguido arrebatarle a la trama cualquier intriga o tensión que alguna vez hubiera tenido y si se preguntan por la estética de la cinta la verdad es que el trabajo de Barry Ackroyd (“En tierra hostil”) me deja muy frío. En lo que si funciona “Dark Places” es en retratar ese “caos satánico” promovido por el gobierno de Ronald Reagan en los años 80, un logro no del todo propio. Por otro lado el reparto cumple con su cometido, si bien sólo destacan Moretz y Theron que completan dos interpretaciones muy diferentes pero igualmente notables.
La segunda adaptación de una novela de Gillian Flynn es un completo desastre. Brenner convierte la historia de Flynn en desidiosa negrura carente de alma, drama o suspense, un conjunto de absurdos giros de la trama tan mal narrados como rodados. “Dark Places” es un telefilme enmarañado, disparatado y nada emocionante en el que no te preocupa el cómo acabará, sino el cuando.
Alejandro Arranz
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