-Aunque imperfecto, este es uno de los viajes más interesantes que he vivido este año.
-El academicismo formal es un arma de doble filo, pero la historia y su autenticidad hacen imposible resistirse. Es un experimento valiente y conmovedor, con mucho que decir.
Puede que os estéis preguntando la razón de que lleve a cabo esta crítica, no es un estreno de esta semana y rompe claramente con mi forma de trabajar. He tenido el placer de visionar Querida Gina gracias a un colega que, digámoslo así, me ha colocado directamente en la butaca. Y digo que he tenido el placer porque el motivo por el cual estoy escribiendo las siguientes líneas en este momento, es que esta película merece ser recomendada. La historia está protagonizada por Juan y Serafín, dos octogenarios gallegos que acompañados de su joven amigo galés, Tim, emprenderán un viaje hasta Roma para cumplir su sueño de juventud: conocer a Gina Lollobrigida, la diva de la que se enamoraron cuando compartieron pantalla con ella en Solomon and Sheba, la famosa película de King Vidor.
Querida Gina es la ópera prima de Susana Sotelo y no se libra de los problemas que podemos encontrar en cualquier debut, pero también es cierto que posee bastantes virtudes poco frecuentes. Lo primero que llama la atención es que, pese a ser un documental, el carácter de la cinta se asemeja al de una ficción. Los diferentes apartados están dispuestos de esa forma y la decisión acaba funcionando realmente bien, sin embargo genera algunas dudas que los espectadores no van a pasar por alto. En apenas unos minutos, se definen con suma precisión las personalidades de estos tres aventureros y se prepara el conflicto inicial entre Tim y Serafín. A lo largo del viaje nos encontramos con una variada gama de emociones que la directora examina y muestra con habilidad, y resulta curioso que pese a estar delante de un viaje totalmente masculino, tanto la mirada que lo capta como el propósito que lo alimenta, sean femeninos. La mirada revela una emotiva atención al detalle, inteligencia emocional y una conmovedora naturalidad que se libra de todo efectismo visual o dramático para narrar con pulcritud una historia emotiva, que te atrapa por su autenticidad y honestidad, y que deja por el camino un par de momentos a revisionar; como la escena de la cometa, una pequeña maravilla. Si hay que cuestionar algo además de algún momento en el que la cámara se manifiesta, son probablemente los minutos de la señora mística, que me bajan la moral pese a algunos aciertos. Por último, me parece realmente interesante esa línea que separa ficción y documental, pero en un punto más allá de que el público pueda reflexionar sobre la manipulación de escenas, más bien en la intención experimental de Sotelo, donde surge un curioso contraste entre la ficción y la realidad que se percibe en la forma y complementa de forma inherente al fondo de la historia. El desenlace reafirma mi apreciación, el factor azaroso hace que el filme cobre mayor relevancia y finalmente unifica con fortaleza y significación, los mensajes que ha ido mandando la historia y sus protagonistas.
Susana Sotelo firma una fantástica “road movie” de habla bilingüe y alma gallega. Querida Gina empieza como uno de esas aventuras en busca de la ilusión de una vida y es atraída constantemente por la realidad del ahora. La suma de sus elecciones y sus imprevistos le da a la obra un sentido completo, un carácter genuino y un aplauso que parecía destinado desde el principio.
Alejandro Arranz
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