-Soderbergh vuelve por todo lo alto, demostrando ser no solo el rey del ritmo, sino también uno de los mejores cronistas de la Norteamérica contemporánea.
-Una de las películas más astutas e inteligentes del año. Es además un torrente de diversión disparatada con una espléndida puesta en escena y estupendas interpretaciones.
Desde 2013 el bueno de Steven Soderbergh nos había dejado en la estacada cinematográficamente hablando, su última película fue la notable e infravalorada Side Effects y desde aquello se ha dedicado plenamente a las dos temporadas de su serie The Knick. Pero muchos echábamos de menos ver el increíble talento de este singular cineasta en la gran pantalla. Solo hemos tenido que esperar hasta ayer, cuando finalmente regresó con lo que parece una simple puesta a punto de facultades o una confirmación de que su estilo sigue plenamente en forma. Aunque tal vez debajo del capó esta Logan Lucky esconda mucho más de lo que permite percibir su fachada. Como siempre han hecho las películas de Soderbergh. Porque quizás usted que lee ésto fuera a ver Magic Mike por los tipos guapos y musculados quitándose la ropa al ritmo de la música, pero aquello era también un inesperado retrato de la américa moderna, de la crisis económica, la lucha de clases y el fracaso del utópico sueño americano. Ahora obviando los niveles de lectura, lo importante es que Soderbergh regresa con una alocada comedia de atracos que subvierte Ocean's Eleven con elegancia, pasmosa facilidad y virtuosa agudeza. Así que vamos allá, a conocer a los hermanos Logan. Suena Some Days Are Diamonds.