-Quítense las gafas VR, esta es una de las peores películas de la carrera de Steven Spielberg.
-Cinta tan banal como la distopía que retrata. Te echamos de menos John Williams.
El año pasado tuvimos nuestra ración del Spielberg político gracias a The Post, esa magnífica película sobre el buen periodismo. Este año le tocaba el turno al Spielberg aventurero, al cineasta que pone a prueba los confines del universo y las posibilidades del séptimo arte, al arquitecto de la infancia de varias generaciones, a uno de los maestros de la ciencia ficción. Un regreso en forma de adaptación de la elogiada novela de Ernest Cline, Ready Player One. Todo parece de ensueño: una premisa a la altura, el propio autor en el guion, un potente reparto (Tye Sheridan, Ben Mendelsohn, Mark Rylance, etc), un sinfín de guiños populares al alcance y nuestro Rey Midas favorito a los mandos del reluciente vehículo. Y sí, a priori este DeLorean luce fantástico, suena a música celestial y corre de forma vertiginosa; pero en cuanto llega la primera curva simplemente no da la talla. Claro, nos hemos equivocado de Spielberg, aquí solo está el productor infalible que sabe como nadie donde poner la cámara. ¿Ready? ¡Launch!