-Gareth Edwards te ofrece todo lo que pudieras desear en una película del Rey de los Monstruos, por desgracia eso sólo pasa en los últimos 20 minutos, el resto es otro tedioso viaje con actores desaprovechados y personajes huecos.
-Aún intento entender como en una película con más de un monstruo gigante pude casi dormirme en el cine, un guión lleno de agujeros y la cargante dirección del señor Edwards son los responsables mayoritarios.
La vuelta del monstruo favorito de todo el mundo no deja indiferente a nadie, desde su primera aparición en la gran pantalla allá por el año 1954 (en la película Japonesa “Gojira”) ha aparecido en otras 28 películas Japonesas hasta la fecha y también en el controvertido remake estadounidense del director Roland Emmerich; se puede decir que este monstruo de proporciones gigantescas ha sabido conquistar nuestros corazoncitos, y nunca mejor dicho lo de gigantescas pues con cada película en la que hace su aparición se hace aún más grande, llegando en esta ocasión a duplicar el tamaño del Godzilla de 1998. En esta ocasión no sólo Zilla es más grande, sino que el director ha optado por cambiar la estrategia adoptada por Emmerich, en lugar de un reparto de caras poco conocidas para darle absoluto protagonismo al legendario monstruo japonés ha decidido contratar a un plantel potente entre los que se encuentran Aaron Johnson, Ken Watanabe, Elizabeth Olsen, David Strathairn, Sally Hawkins o Bryan Cranston -entre otros-. La dirección viene a cargo de Gareth Edwards que se hizo un nombre en la industria gracias a su filme “Monsters”, que a pesar de triunfar entre la crítica y buena parte del público, a este cronista le pareció tediosa, insulsa y hueca a excepción de sus magníficas escenas finales, para bien o para mal el director ya ha trabajado antes en el terreno de los monstruos gigantes; de escribir el guión para el argumento de David S. Goyer (Man of Steel) se encargan Max Borenstein, Dave Callaham y Frank Darabont y en la banda sonora está el excelente compositor Alexandre Desplat.
No me ha gustado nada esta nueva versión de Godzilla, hay ideas buenas pero casi todo son fallos catastróficos, malas decisiones y vacuidad; pongamos las cartas sobre la mesa, el señor Edwards ha vuelto a hacer exactamente lo que hizo en su ópera prima pero con más presupuesto y menos ingenio, si en aquella lo que no se veía ayudaba a lograr una magistral atmósfera de tensión aquí pasa todo lo contrario, es totalmente comprensible que Spielberg no enseñara a su escualo muy a menudo y aquello lograba una tensión y un terror pocas veces visto en una pantalla, pero esto no es un tiburón es un monstruo de 100 metros con más de 200 millones de dolares a sus espaldas, la película lleva su nombre y en 123 minutos aparece de cuerpo presente en 12, todavía podría entender eliminar el protagonismo de la criatura para enfocarlo más hacia los actores si a estos les dieras unos personajes profundos para desarrollar una buena trama dramática, parece que pedía demasiado pues los personajes son planos y están muy estereotipados casi tanto como el puñado de situaciones-cliché que encontramos en la narración, pero eso no es lo peor, los actores están desaprovechados y parecen no creerse sus papeles, se salvan el siempre genial Ken Watanabe que tampoco hace demasiado y la fugaz interpretación de Bryan Cranston que intenta matizar un personaje condenado al desastre, Sally Hawkins no se sabe que pinta en todo ésto. El comienzo es bastante bueno, los títulos de crédito iniciales con la música de Desplat están muy bien y después llega una media hora en la que de forma correcta se juega con la no aparición del famoso Zilla (una lástima que luego quede hora y media de no aparición de Zilla), en esa media hora tenemos a otro monstruo que le sustituye, la bestia interpretativa conocida como Bryan Cranston hace lo que puede y algo más para darle algo de profundidad a su hueco personaje y ciertamente lo consigue porque cuando le pasa el relevo al señor Johnson la película pierde toda su fuerza, sustituyendo al mismo tiempo trama dramática insulsa de obsesión por culpa debido al fallecimiento de su mujer por trama familiar insulsa en la que destaca una Elizabeth Olsen realmente horrible en su papel, que le aporta a la película una única expresión facial que usa tanto cuando ve a Godzilla como cuando ve a su hijo.
Un poco antes de que Taylor-Johnson se haga por completo con el protagonismo de la cinta, aparece un monstruo, no el que queríamos pero también es grande y destroza cosas, Muto, que es curiosamente como debería llamarse la película ya que es el que recibe toda la atención, después de que el susodicho salga volando y el coronel haga una perspicaz referencia a que antes era una amenaza terrestre porque estaba en tierra y ahora es aérea porque vuela, los minutos se dividen por completo entre Johnson y el Muto que suelen estar en el mismo sitio siempre, también aparece la columna vertebral de Godzilla que debió ser todo un desafió para los chicos de los efectos especiales, ironías a un lado desde que Cranston deja de ocupar el papel protagonista hasta los minutos finales se nos viene encima un soporífero viaje sin nada relevante, inteligente ni sorprendente, una dirección pésima del señor Edwards que no consigue sacar nada provechoso, que rueda y monta con incompetencia, que una vez más consigue un ritmo inapetente y tedioso en una película en la que era casi imposible, y es que lejos de estar Muto y Godzilla después aparece el tercer amigo monstruoso, no saltéis del sillón queridos lectores pues aún con tres monstruos gigantes y sanguinarios la película resulta sosa e insustancial, quien me iba a decir a mí que una película del género Kaiju-eiga podría hacerme bostezar tantas veces y casi lograr que me durmiera en la butaca; puede que muchos queden estupefactos viendo la repetición de la fórmula del director y claro que está varios niveles por encima de la versión de Emmerich pero es que en esa pelea pierde por goleada en el factor más importante de una película sobre Godzilla, y es que debe ser entretenida, puedes ponerle el espíritu indie que quieras, darle prioridad al drama humano aunque lo hagas con clichés y unos personajes totalmente planos y casi puedes hacer lo que quieras, pero si tu película no entretiene has fallado en un mínimo exigible.
Tras la retahíla de situaciones típicas, el exceso de minutos de un Taylor-Johnson pobre y mucho, mucho metraje innecesario, se va aproximando el final, lo único realmente sorprendente de la película ex aequo con Bryan Cranston, sin embargo la cámara de Edwards sigue molestando y cada vez que los Kaijus se pelean cambia a otra escena que interesa mucho menos como puede ser Watanabe mostrando un reloj de su abuelo para que dejen a Godzilla salvar la ciudad, Olsen con su expresión impenetrable de tonta en peligro o el mismo Johnson que todavía no sé que pinta como protagonista; sinceramente Godzilla es un ser majestuoso, no gana por lo que no se ve sino que cuanto más se le ve más grandioso es, no creas al Zilla más grande que ha visto el cine para que pase toda la película sumergido, pero esa es sólo la opinión de un servidor, antes de la pelea final -casi única-, el director de fotografía Seamus McGarvey (Los Vengadores de Marvel), los encargados de los efectos especiales y el director se marcan un par de fotogramas impresionantes, todo mejora sustancialmente en esos últimos minutos pero llega demasiado tarde, de nuevo una muestra de que tenía razón y que Gareth Edwards ha repetido fórmula al dedillo en esta ocasión; la pelea final entre Godzilla y los Mutos es tan excelente como podía esperar pero mis ojos ya están resentidos de tanto aburrimiento y cuesta aguantar despierto, y de pronto ahí está, la conclusión perfecta para una extraordinaria película de 20-30 minutos, que acaba de confirmar por completo mis argumentos, mis parpados se abren y aparece el brillo en mis ojos, el humano y la criatura se miran, surge la empatía, el aire está imbuido de melancolía, Edwards crea unas imágenes finales de auténtico recital y el dios Zilla se despide con un rugido que pone la piel de gallina ayudado por los precisos acordes del señor Desplat.
Después de todo sigo sin soportar la forma de dirigir de Gareth Edwards, me gusta ese estilo huevo kinder Shyamalan del final pero todo lo anterior me repele y aburre a partes iguales, no le veo a sus trabajos una historia relevante (mucho menos interesante), sus personajes siempre son tan huecos como los boquetes que produce Godzilla al pisar y el ritmo de sus películas es terriblemente difícil de aguantar; por otro lado a la película le sobra metraje y ya que hay una clara decisión de darle más protagonismo a la parte humana los guionistas podrían haberse esforzado en dar algo más que estereotipos, si no es así dejale el protagonismo a Godzilla que se ha demostrado en los últimos minutos que es la decisión más inteligente. Yo acudí a ver una película de Godzilla, ni “Muto” de Gareth Edwards ni al señor Taylor-Johnson intentando salvar a un niño desatendido que se quedó en el metro mientras su familia se bajó, el reparto está desaprovechado, Godzilla está desaprovechado, las posibilidades dramáticas están desaprovechadas y prácticamente todo lo está, sólo que en el último tercio la película te hipnotiza y dan ganas de rugir de alegría...en 5 minutos el Godzilla del señor Edwards ya deja al de Emmerich a la altura del betún, aunque sea infinitamente menos entretenido.
Alejandro Arranz
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