viernes, 1 de noviembre de 2019

Crítica de "Doctor Sueño"

Mike Flanagan se está ganando a pulso ser uno de los directores del cine de terror más competentes del panorama actual. Un tipo que ha construido una sólida filmografía en torno al género, con siete películas y una exitosa serie en tal solo ocho años. No solo eso, sino que ha demostrado captar perfectamente el ideario de los grandes literatos del género de cara a adaptar sus universos al medio audiovisual. Lo demostró con Gerald's Game, una de las mejores adaptaciones recientes de Stephen King, y también con The Haunting of Hill House, donde la novela de Shirley Jackson cobra vida de una forma muy interesante. Es probable que lo que marca la diferencia sea la estupenda comprensión de Flanagan respecto a las fuentes originales, su focalización en los dramas que crean estas historias, en los traumas de los personajes y sus pasados oscuros, que son los que hacen cobrar vida al auténtico terror. Un terror que tiene su origen en el drama, que no importa sin él, exactamente como en las páginas de Stephen King. Quizás esa comprensión del novelista de Maine ha hecho que vuelvan a encontrarse nada menos que para la secuela de “El resplandor”, o tal vez todo haya sido cosa del Ka.

Es normal que uno entre con miedo a ver esta película. Es la secuela de una excelente novela y de una película mayúscula, nunca se sabe qué puede salir de ahí. Mucho más miedo da ver que Akiva Goldsman escribe el guion junto a Flanagan, especialmente tras su trabajo en la espantosa adaptación de La torre oscura. Sin embargo la pericia del cineasta acalla todos los temores que nos susurran al oído, y vuelve a demostrar que es inmensamente capaz de captar a King, y más importante, de trasladar esa comprensión al lenguaje visual. Lo más increíble que logra aquí Flanagan es aunar con virtuosismo la obra literaria de King con el universo visual de Kubrick para crear una de las películas más entretenidas de la temporada. Un encargo que salda sin caer jamás en una malentendida nostalgia o veneración hacia dichos autores; manteniendo siempre un respeto abierto a llevar algunos momentos un poco más allá. Es una decisión que le permite al filme, gracias al conocido talento visual del director, concebir secuencias de poderío escalofriante y extraordinaria delicadeza, donde brillan la elección de los encuadres y la labor de montaje del propio Flanagan.

Casi todas esas secuencias se encuentran en el segundo tramo, el mejor en términos cinematográficos, entre un inicio desangelado y algo desaprovechado (como el personaje de Danny), y un tercio final que invoca el pasado al tiempo que termina de liquidar, con bienvenido atrevimiento, una de las deudas que la película de Kubrick tuvo con la novela de King. Estas notorias desigualdades, comprensibles en la confrontación de tres autores diferentes, son un ejemplo de que Flanagan no siempre acierta, y de hecho aunque los 152 minutos de la cinta se pasen volando, hay varias ocasiones que hubieran funcionado mejor con el uso de la elipsis. Aún así se agradece que no se deje llevar por las fórmulas del terror moderno y opte por un ritmo más personal, que permite meditar con sobriedad sobre la esencia dramática del universo de King. Una pena la incesante y pomposa banda sonora, que suele corromper la atmósfera de la película.

Hay algo que le pesa mucho a la propuesta, y es que se trata de una adaptación de una novela menor de Stephen King. Hay que aceptarlo, esto no es El Resplandor, y eso se nota mucho. Flanagan maneja bien los elementos que le brinda la historia, pero aquí no hay mucho más que eso. Depende de cada uno juzgar si es suficiente. Doctor Sleep es un thriller entretenido, sobrio y respetuoso, capaz de afrontar los temas de la novela a su propia manera. Una secuela que armoniza para los fans las dos versiones más famosas de la historia de los Torrance sin llegar al nivel de ninguna de ellas, ni tampoco necesitarlo.


Alejandro Arranz

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