-Steven Knight muestra sus dotes para la dirección en este asombroso experimento a medio camino entre el thriller psicológico y el drama existencial.
-Un sólo hombre en su coche, esta aparentemente simple premisa da para mucho, más aún si ese hombre es una bestia como Tom Hardy, su interpretación roza la perfección.
El guionista y director británico Steven Knight, al que prácticamente todo el mundo conoce por escribir el guión de “Promesas del Este” de David Cronenberg, tiene sin embargo una variopinta lista de trabajos en ambos apartados, desde el guión de un drama de época biográfico sobre la esclavitud (Amazing Grace), hasta su debut en la dirección con un oscuro thriller protagonizado por Jason Statham (Redención), pasando por ser el creador de la magnífica serie de la BBC, “Peaky Blinders”, estos dos últimos proyectos y la película por la que hago esta reseña son del 2013, así que podemos decir que el nominado al Oscar no ha tenido demasiado tiempo para descansar durante el pasado año. Cuando se estrenó “Redemption” muchos estuvimos de acuerdo en un puñado de cosas, por ejemplo la sorpresa de que lo que más descuidaba era precisamente el punto fuerte de Knight, el guión, sin embargo tampoco mostraba grandes dotes en la dirección y la película se quedaba a media en sus diferentes facetas, por esa razón esta segunda película es una oportunidad para ver en acción al Steven Knight que todos conocemos, con una dirección más firme, arriesgada y personal, un guión más trabajado y un protagonista a la altura de las circunstancias, Tom Hardy, ese actor tan prolífico al que vemos últimamente en todos los proyectos importantes es aquí amo y señor de la función, como que él y su coche son lo único que vamos a ver en hora y media, eso sí antes de empezar quiero dejar clara mi postura, si bien claustrofóbico, intrigante y emocionante estamos más cerca del drama psicológico que del thriller, teniendo esto en cuenta os digo que este es uno de los viajes más intensos y penetrantes que vais a vivir este año.
Eliminad vuestras dudas, un coche es escenario suficiente para una fascinante historia de redención y perdida, para el descenso a los infiernos de un personaje que brilla con luz propia gracias al formidable actor que le da vida, puede que algunos espectadores teman lo que puedan encontrar, pero la emoción está asegurada, la intrigante trama va en evolución a bordo de ese vehículo sin que tan siquiera puedas pestañear, es más probable que sea el público veterano quien pueda ponerle pegas, tal vez porque si bien “Locke” es un viaje tenso, reflexivo y -por qué no decirlo- brillante, no siempre es un viaje que se lo ponga difícil al espectador; el guión del señor director no es ni mucho menos redondo (aunque eso no le reste calidad), los diálogos son creíbles, inteligentes, en ningún momento provoca la impresión de que lo que ocurre se aleja de la realidad, además consigue crear empatía con los personajes, el fallo más claro lo veo en las conversaciones con su padre, atención pues entiendo la razón de esa “trama”, como motiva al personaje, como le ha afectado desde su infancia hasta convertirse en el hombre que lleva el volante y ese tipo de cosas, de hecho me parece un recurso muy bueno a la hora de construir al personaje y que ayuda a dar el contrapunto a la absoluta imperturbabilidad de Ivan Locke, pero nada de eso quita que esas charlas sean algo repetitivas para lo irrelevantes que resultan a partir de un punto y quizás hubiera sido mejor enfocarlo de un modo distinto. Son muchas las cosas que hacen de este pequeño y temerario experimento algo asombroso, pero la más plausible es sin duda la contenida -y a la vez electrizante- interpretación de Tom Hardy, otro “tour de force” en su carrera con el que vuelve a demostrar que es uno de los mejores actores que tiene el séptimo arte ahora mismo, por otro lado todo está muy bien controlado en las manos de Steven Knight, que contrariamente a lo que parecía en su primera película aquí si que da muestra de sus dotes para la dirección, y no pocas precisamente, la cámara se mueve hipnóticamente dentro -y fuera- del coche de Locke, graba los sentimientos y los transmite con sofocante eficacia, y con la ayudad del director de fotografía Haris Zambarloukos (Thor, Venus) el británico logra esa firma oscura y húmeda que empieza a volverse cada vez más personal.
El viaje -en tiempo real- de Ivan Locke se transforma en una difícil busca de redención, tomar el camino de la honestidad aunque eso signifique perder todo aquello por lo que ha luchado, una clara reflexión sobre como todo lo que has hecho en la vida puede esfumarse por un fallo, por un momento de debilidad, “la diferencia entre nunca y una vez es la diferencia entre el bien y el mal· sentencia un personaje, prueba de que un simple viaje en coche puede convertirse -y lo hace- en un viaje existencial de inimaginable profundidad, la película de Knight no sólo logra tener al espectador en vilo y provocar esa sensación de agobio, además ahonda de forma magistral en la emociones humanas, algo a lo que Hardy ayuda de sobremanera, su contención hace aumentar la carga emocional; un experimento minimalista convertido en puro cine, todo un prodigio narrativo, 85 minutos de intensidad sin necesidad de persecuciones, tiroteos, ni nada por el estilo, un hombre contra si mismo, contra su reflejo, viendo como su vida se derrumba e intentando arreglar lo que ha provocado (y de paso tratar de recuperarla) hablando a través del manos libres de su coche, es un hombre decidido, desde que eligió su camino en el primer semáforo en ningún momento tiene dudas de lo que debe hacer, de lo que es lo correcto. No es fácil extenderse cuando se habla de este nuevo trabajo de Knight y como ya se me empieza a ver el plumero veo apropiado hablar, o más bien escribir sobre el desenlace, uno de esos elementos que desconcertará a espectadores poco versados, habituales del cine comercial si se prefiere, es un final más que apropiado y lo notas especialmente en la retrospectiva, ya que en el momento puede dejarte algo frío pero poco después entenderás que es una conclusión muy acertada y no era nada fácil acabar el trayecto de modo ejemplar.
Steven Knight se redime de su primer y fallido thriller con este atrevido drama-thriller psicológico tenso, convulso y emocionante que cuenta con un inteligente guión, una hábil dirección (apoyada por la excelente fotografía) y un impresionante Tom Hardy que convierte a Ivan Locke en un personaje magnífico, ambos fluyen por la carretera como el mismo perdedor en busca de perdón y su viaje se establece como una de las películas más interesantes de la temporada; si sois de los afortunados que han estrenado la película en vuestra ciudad no busquéis excusas e id ahora mismo a por las entradas, os vais a encontrar con un filme diferente, con un audaz Steven Knight y con un Tom Hardy que se come la pantalla; la nota no refleja para nada lo mucho que me ha gustado esta película.
Alejandro Arranz
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