-Un thriller con nervio, de impecable factura técnica, ritmo vibrante y excelente dirección; Monzón tiene oficio y su película es un paso adelante en la evolución -para bien- del cine español.
-Sin llegar al nivel de “Celda 211” este thriller demuestra que Hollywood no es el único sitio donde crear emocionantes historias policíacas con mayúsculas escenas de acción, la persecución nocturna del helicóptero es sensacional.
El realizador Daniel Monzón, conocido por su drama carcelario en tiempo real, “Celda 211”, regresa a la gran pantalla tras un largo paréntesis con otro penetrante thriller hecho en España, de nuevo encontramos al propio Daniel Monzón y a Jorge Guerricaechevarría al timón del guión y al mismo -aunque definitivamente cambiado- Luis Tosar como protagonista de la cinta, como co-protagonista el debutante Jesús Castro, que pudiera parecer lo que pareciera en un principio finalmente -y sin brillar especialmente- cumple su cometido, y gracias a esos fulminantes ojos azules termina más cerca de un inexperto Paul Newman que de los inicios de Mario Casas, para secundarlos tenemos actores noveles, intérpretes premiados como Sergi López o Jesús Carroza y la presencia -casi en espíritu- de Ian McShane. Sin duda estamos ante una de las apuestas más interesantes y sólidas de la temporada, mucho ha tardado Monzón en llevar a buen puerto este dramático thriller de acción que no dejará indiferente a nadie, claro que se le puede acusar de excesivo espíritu comercial pero amigos míos a día de hoy está más que claro que es la apuesta necesaria en nuestro país, o mejor dicho la única apuesta válida, por supuesto que el filme está perfectamente pensado para atraer a la mayor cantidad de público posible y para ello debe introducir elementos que lo desfavorecen, pero aún así este es cine español de la más alta calidad: inteligente, moderno, vigoroso y repleto de escenas de acción que ya forman parte del género y del cine patrio...¿Cuantas películas españolas pueden decir eso?
Al compás de una pausada aunque trepidante persecución sobre ruedas comienza este largo thriller del director mallorquín, que pronto se divide en dos tramas paralelas, por un lado la del policía antidroga interpretado por Luis Tosar y por el otro la de dos adolescentes (El Niño y El Compi) que quieren iniciarse en el mundo del narcotráfico con el fin de ganar dinero a espuertas, todo esto con la ruta de Gibraltar como localización principal en la que se desarrolla la acción; el guión juega con la ambigüedad moral, la corrupción y otros temas de interés actual pero se muestra más descafeinado y por ende menos rebelde que los anteriores trabajos de Monzón, una de las cosas en la que la faceta comercial invalida un poco el gran trabajo que hay detrás de la película, los personajes si bien ciertamente estereotipados son correctos salvo por alguno demasiado desdibujado como puede ser el de Jesús-Tosar en algunos momentos de la cinta, los diálogos aunque intermitentes suelen ser bastante buenos y hay ciertas líneas brillantes. La duración es sin duda excesiva aunque no equivocada para un filme de estas proporciones, termina siendo una buena elección debido a que ni el espectador nota que el filme se alargue ni éste pierde tirón en ningún momento, Monzón se mantiene en un permanente estado de gracia, los espléndidos fotogramas se suceden a ritmo palpitante y el entretenimiento no para, pasa perfectamente por un thriller de Hollywood aunque por desgracia cuente también con algunos de sus problemas.
El trabajo de Monzón como director es plausible en la mayoría de los aspectos, sigue la estela de los thrillers de Siegel o del “French Connection” de Frankenheimer e incluso tiene algo de “The Wire”, con la ayuda de su director de fotografía Carles Gusi se saca de la manga no pocos fotogramas impactantes, aprovecha las localizaciones con planos espectaculares e intenta convertir a Jesús Castro en una figura misteriosa y atractiva rodándole como si estuviera ante el mismísimo Paul Newman o Steve McQueen, desde luego a este chico le queda mucho -sino todo- por demostrar pero con esta película y los no pocos proyectos que le van a salir desde ahora, si juega bien sus cartas está claro que se convertirá en el nuevo galán del cine español; volviendo al trabajo del director hay que echar en falta una mejor dirección de actores, Luis Tosar resulta muy olvidable y ninguno de los demás tiene una actuación (ni tampoco un personaje) que logre destacar aunque desde luego las adolescentes se volverán locas con el ya mencionado Jesús Castro y su personaje, por último Ian McShane se hace un Morgan Freeman 2.0, al hombre casi ni le ves la cara y ni siquiera habla, queda muy bien aprovechar el tirón de los actores extranjeros en especial si tienen un Emmy pero que por lo que a mi respecta no sale en la película, si queréis verle probad suerte en “Hércules” la semana que viene.
Uno de los últimos y más evidentes problemas de la faceta comercial es el romance, sobra absolutamente, a pesar de que el personaje interpretado por Meriem Bachir le sirva al guión en otros derroteros y la trama romántica calme un poco el ambiente en ciertos momentos, la verdad es que sólo sirve para atraer más público, no interesa lo más mínimo y alarga la duración innecesariamente. La cinta lleva impreso un realismo y una energía espectaculares, de lo mejorcito del género, es toda una experiencia física y muy pocos directores de nuestro país pueden lograr algo semejante, prueba de ello son las magníficas escenas de acción en las que se nota el magistral trabajo de Jordi Casares, coordinador de las escenas de acción conocido por su trabajo en superproducciones tales que Titanic, Troya, Indiana Jones y la Última Cruzada o Desafio Total (entre muchísimas otras), la escena de la persecución nocturna del helicóptero forma parte desde ahora de lo mejor que ha dado el cine español, pero no es la única, la segunda persecución a plena luz del día y la última al volante del todoterreno también merecen una ovación alta y clara; los minutos finales son muy emocionantes, el ritmo alcanza su máximo exponente y Monzón logra una tensión casi palpable antes de llegar a un desenlace un poco chirriante y -de nuevo- descafeinado, pero ante todo válido, correcto. Por último apuntar y elogiar tanto la estupenda composición de Roque Baños como la decisión del director y de los encargados del casting de contar con tantos rostros nuevos, el cine español se lo agradece también.
Finalmente aquí está la verdadera y adrenalítica película española del año (o al menos de lo que llevamos de 2014), destronando en todos los sentidos a “8 Apellidos Vascos”, Daniel Monzón con su permanente capacidad para entregar cine de calidad nos golpea con este vertiginoso thriller moderno con tintes clásicos, una de las películas patrias mejor hechas de los últimos años y superior a la mayoría de producciones del género que son manufacturadas en Hollywood; “El Niño” es ni más ni menos que la evolución del cine español, es cine inteligente, con carácter y recursos bien utilizados, es entretenimiento del bueno, trabajo duro y desde luego es un triunfo en toda regla tras cuatro años de esfuerzo, no dejéis que los prejuicios os impidan disfrutar de éste éxito asegurado que de un modo u otro marcará el porvenir de nuestro cine.
Alejandro Arranz
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