-Moretti fracasa estrepitosamente con esta fábula sobre el impacto vital de la perdida de un progenitor. Superficial, mal estructurada, desarticulada, escrita sin ingenio y realizada con poca valentía.
-Moretti consigue transmitir la apatía y el desdén que no la desesperación de esa situación. Sin embargo su película se desvía del tema continuamente, está formada por fragmentos independientes de cosas que no conectan.
Algunos opinan que el cineasta Nanni Moretti se ha vuelto perezoso en sus últimos proyectos, estoy de acuerdo según cuales, aunque creo que en todos sus filmes aporta algo interesante, suficiente para ganar unos cuantos premios David di Donatello. Su nueva película tenía muy buena pinta, Moretti se proponía abordar la difícil situación de una familia cuando la madre sufre de una enfermedad terminal, algo parecido a lo que hiciera -con mejores resultados- en su película, “La habitación del hijo”, en la cual mostraba la aflicción de una familia tras la perdida de su hijo menor. El guión de su nueva película está escrito a tres manos: la de Moretti, la de su colaborador habitual Francesco Piccolo (“Habemus Papam”) y la de la guionista Valia Santella (“Miel”). Por otro lado y para protagonizar esta interesante historia tenemos a Margherita Buy, el propio Nanni Moretti y John Turturro para internacionalizar la propuesta. Finalmente le he dado la razón a mis conocidos, Moretti se ha vuelto perezoso y puede que algo cobarde también.
Pocas veces -sino ninguna- este director ha tratado tan mal algún tema en su filmografía como el que se disponía a tratar en esta ocasión. Los problemas vienen ya desde el guión, que ni quiere aportar nada nuevo, ni repetir lo dicho en otras producciones de una forma diferente; prefiere acomodarse a los tópicos y observar lo que ocurre desde una posición segura, de confort. Los personajes, los diálogos, los lugares; todo resulta manido, desarrollado con desidia y vagamente creíble. No es por tanto la mera y decepcionante convencionalidad del filme, “Mia Madre” cae bastante más abajo, con esa mezcla inconexa e incoherente (repleta de emociones contradictorias) de melodrama frívolo y parodia burlesca, cayendo incluso los fragmentos más dramáticos en lo irrisorio, debido en parte, a unos cambios de tono drásticos y horrendos. Y no es lo peor, porque el tema principal de la película se convierte casi instantáneamente en una subtrama secundaria sin demasiada importancia, cobrando a su vez relevancia el filme social de la protagonista, que al igual que el resto de la cinta de Moretti, se siente artificial. No hablemos ya de la histriónica interpretación de John Turturro, que protagoniza algunas de las escenas más inexplicablemente deleznables de la película (uno de los doblajes más atroces del año, se lo dice alguien que la ha visto en VOSE y doblada), aunque le perdonarán por el baile final. Tampoco me convence -en esta ocasión- el trabajo de Margherita Buy, en todo momento parece muy perdida y confusa, algo que por otro lado no es de extrañar. Son el propio Moretti y Giulia Lazzarini los únicos actores que me resultan creíbles. Si debo criticar negativamente una cosa más son las secuencias oníricas, afrontadas de forma errónea, mal montadas y en última instancia fallidas.
Moretti con el pilóto automático no se atreve a encarar este drama con la valentía, honestidad y crudeza necesarias. Las partes dramáticas son un completo cliché, más propias de una película de domingo que de un filme del cineasta, no obstante en la realización del drama no es el exceso lo que traiciona al director, sino la carencia. Nunca se atreve a desgarrar a sus personajes y al público como requiere esta historia, permanece demasiado contenido. Y en la comedia ocurre justo al revés, en lugar de dar el contrapunto para reducir el drama y que el espectador se calme, lo convierte en un elemento aún más protagónico, extediéndolo no sólo en la cantidad sino en la forma. Cambiando un humor sutil que hubiera funcionado mucho mejor, por un terrible sinfín de tonterías con la caricatura de Turturro como origen y final. Al menos el director sigue teniendo capacidad de atención para los pequeños detalles, aunque en este caso el cúmulo de enormes errores pueda hacer caer en el desastre al filme por su propio peso.
Alejandro Arranz
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