-Una película innecesaria, con dirección y guión desechables. Paul Feig mete el pie en un gran charco de lodo jugando con la nostalgia. Y adivinen qué, el reparto no tiene la culpa.
-La película es mejor que los horribles trailers y puede verse bastante bien. Junto con el enérgico reparto, las únicas cosas buenas que tengo que decir.
Antes de ponerme a hablar de la nueva “Ghostbusters” creo oportuno decir que el filme original de Ivan Reitman es para muchos de nosotros un clásico de la infancia. Entiendo que sea algo subjetivo, y que muchos vean risible tildar de clásico a esa película cuando el término (con matices variables) va ligado a otros filmes inolvidables como “La gata sobre el tejado de Zinc”. El que escribe estas líneas creció con las dos aventuras de los Cazafantasmas, aunque sólo le tiene gran aprecio a la primera de ellas. Cuando descubrí que se estrenaría una nueva entrega no fue el reparto femenino lo que me echó para atrás. Fue en primer lugar intentar asimilar que no estaría protagonizada por el reparto original, en segundo lugar que borraran los acontecimientos de las anteriores entregas (es decir que fuera un “reboot” en lugar de una secuela) y en tercer lugar unos trailers pésimos. Tras toda la polémica machista y las típicas tonterías de las redes sociales, el “haterismo” y la correción política de las nuevas generaciones que hace poco evidenció el maestro Eastwood; quedaba ir al cine a ver de que forma cogía el testigo Paul Feig (“La boda de mi mejor amiga”, “Spy”). El conocido reparto lo encabezan -entre otros- nombres como: Melissa McCarthy, Kristen Wiig, Leslie Jones, Kate McKinnon, Cecily Strong y Chris Hemsworth.
El primer soplo de aire fresco lo da saber que los trailers cogían escenas muy poco inspiradas de la película. Aún con todos sus problemas y su tremebunda falta de ingenio, alma y guión; es una película mejor de lo que se entreveía en los trailers. Aparte de eso puedo decir que el reparto tiene la química habitual, y que Feig sigue sabiendo trabajar con ellas. La sorpresa de la película la da Kate Mckinnon, la actriz se come las escenas a bocados. Es fresca, alocada y fantástica en su rol de científica retro y chiflada. Quitando esas dos alegrías, hay poco que elogiar de esta película. Cumple la función de entretener, comienza con unos minutos bien planteados y deja un par de diálogos perspicaces (el humor visual es un fracaso permanente) a lo largo de 117 minutos de película. Por lo demás no hay nada. Escenas manufacturadas entre la acción y la comedia con breves toques de terror en los que la película gana enteros. Casi nada funciona como debería, más que una película sólida el producto parece una serie de sketches repletos de chistes propios de un primer borrador. Y con el paso de los minutos intenta convertirse en una especie de película de superhéroes con escenas de acción de manual, un villano inconsistente, la aburrida música de Theodore Shapiro y los típicos efectos especiales. Por último, me cuesta creer que la cinta se crea ingeniosa cuando no tiene ni pies ni cabeza. La mayor parte del tiempo es horriblemente infantil y en muchas ocasiones hace malabares con el patetismo más absoluto y sonrojante. Los cameos son perezosos y muy condescendientes, y lo peor de la película -con diferencia- es el irritante personaje de Chris Hemsworth. Si como un servidor pensáis que Ralph Wiggum pasó de ser un personaje entrañable, humano y complejo; a un idiota sin gracia, vais a echaros a llorar con la vergüenza ajena que llega a provocar este pertinaz secundario.
Llegamos al punto final. La nueva entrega de “Ghostbusters” no está a la altura de sus predecesoras, sigue la fórmula Feig al pie de la letra y no le funciona nada bien. Carece de perspicacia, pasión, comicidad o cierta novedad que la convierta en algo necesario. El reparto sigue haciendo gala de gran cantidad de recursos cómicos (aunque algunos empiezan a cansar), pero son incapaces de salvar la película del desastre. La inspiración, la agudeza o el humor son tan difíciles de encontrar en esta película, como un fantasma en la vida real.
Alejandro Arranz
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