-Aronofsky se encuentra con Polanski y ofrece uno de sus trabajos más agresivos y personales. Imperfecto, desasosegante, subjetivo y necesario.
-Se sale fatigado y descompuesto de la sala, el porqué depende de cada uno.
Era evidente que Darren Aronofsky iba a traer de vuelta la controversia con su último trabajo. Una película que puede tildarse de inclasificable aunque haya muchas, casi demasiadas, formas de clasificarla. Paramount ha decidido hacerlo -falsamente- como una película de terror, lo que llevará a muchos adolescentes a la sala para encontrarse con algo radicalmente distinto. Eso mismo ocurrió ayer en el pase al que acudí, y me hizo reflexionar sobre lo que nos propone el cineasta. En un mundo donde el cine contemporáneo vive de remakes, secuelas y películas manufacturadas, Aronofsky elige ser él mismo, el tipo pretencioso al que amas u odias, ese creador tan personal que siempre busca golpearnos con contundencia. Por tanto madre! es una obra original, pero más aún que eso, es una obra que respira gracias a la subjetividad del espectador. En un momento en el cual el gran público está tan acostumbrado a lo fácil, lo mascado y lo literal, Aronofsky propone algo que parece subversivo; que el espectador se convierta en un observador activo, que participe de lo que ve, que analice lejos de la literalidad, que entre en el juego con los sentidos prestos para ser puestos a prueba, que haga un esfuerzo para obtener algún tipo de recompensa.