miércoles, 3 de enero de 2018

Crítica de "The Disaster Artist"

-Es ridícula, amarga, un poco conmovedora y del todo irresistible. No se la pierdan.

-Imperativo, visionarla en versión original y haber visto The Room. Lamento eso último.

He sacado muchas conclusiones del estruendoso aplauso que ha llenado la sala de cine durante los créditos finales del pase de esta última película de James Franco. Eran aplausos reveladores, por una improbable mezcla de ironía, pasión, redención y respeto. Porque una película tan condenadamente mala e impremeditadamente divertida como The Room (2003) haya desembocado en algo tan fascinante como The Disaster Artist. Un filme que no hace sino aprovechar una historia y a unos personajes que, en nuestro tiempo, deben ser de culto. Y es que, como si de un Ed Wood reencarnado se tratase (pero más misógino y vanidoso), apareció de la nada ese Tommy Wiseau que hizo la “mejor peor película de la historia”. A priori un intenso melodrama que mutó oportunamente en una comedia absurda, debido al efecto de un par de risas y otro par de aplausos. James Franco ha decidido contar qué pasó con ese rodaje, y ha debido de hacerlo bien, pues las manos de un servidor formaban parte de ese estruendoso aplauso.

Nunca he conseguido conectar plenamente con el señor Franco. Un día me parece un tipo con talento e inquietudes y al siguiente un niñato con triviales pretensiones. Sin embargo es difícil no ver que suena a perfecto anfitrión para llevar a cabo esta inclasificable y gamberra idea. En principio porque adora ir contracorriente. Pero más aún porque si nos acercamos lo suficiente podemos comprender que tiene intrigantes puntos en común con la figura de Wiseau; y no hablo únicamente de que ambos sean personajes extravagantes, indescifrables y arrogantes. The Disaster Artist estructura la narración empezando por el inicio de la relación entre Wiseau y Sestero y terminando en el estreno de The Room. Así, al mismo tiempo que reconstruye la creación de ese hilarante esperpento, tiene la oportunidad de desarrollar el maravilloso bromance que surge entre ambos personajes. Los hermanos Franco interpretan a ambos amigos (James a Tommy y Dave a Greg) con increíble talento cómico. Se introducen bajo la piel de esas caricaturas andantes sin olvidarse de darles genuina humanidad, y precisamente por eso resultan tan imperfectamente entrañables. Sin embargo el mayor acierto de Franco es aprovechar todas las oportunidades que le brinda la propuesta para crear algo con variedad de tonos, temas y matices dramáticos. Una mezcla impagable en la que hay lugar para la parodia, la sátira hollywoodiense, el ejercicio metacinematográfico, el estudio de personajes, la comedia sobre la amistad e incluso para un emotivo homenaje que pone el broche de oro en una magnífica escena final.

James Franco realiza una interpretación sensacional y dirige la mejor película de su carrera tras las cámaras. The Disaster Artist es una obra rica, graciosa, inteligente y tan insólita como la película a la que homenajea; pero en el buen sentido. Es una celebración del séptimo arte, una radiografía de la industria y una carta de amor al cine hecho con la pasión por delante del talento. Han pasado 15 años desde que aquel aplauso lo cambió todo, desde que Tommy dijo haber creado una parodia autoconsciente en lugar de fracasar con un ambicioso melodrama. Ahora, el estruendoso aplauso que llenó mi sesión ha acabado de cobrar sentido. The Disaster Artist es la “Ed Wood” de nuestra generación.


Alejandro Arranz

1 comentario :

  1. Personalmente creo que no encajamos mucho con 'The Disaster artist' quizá porque como muy buen dices, es un poco como Ed Wood, otro personaje difícil, jejeje.

    Con todo, le seguiremos la pista, y más después de leer tu crítica.

    HemosVisto!

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