-El debut de Aaron Sorkin como director es...muy Sorkiniano. El ritmo lo marca la palabra.
-Jessica Chastain e Idris Elba dan mucho juego juntos.
Tan pronto como termina la película, un servidor enciende la pantalla de su ordenador y comienza a escribir estas líneas, aún empachado por la casi siempre magnífica verborrea Sorkiniana, que también es la esperada protagonista de su nuevo guion, con el que debuta tras las cámaras. Y para dar comienzo a su carrera como director, Sorkin ha escogido la historia de Molly Bloom, alias "La princesa del póker"; que tras ver truncada su carrera como esquiadora olímpica, se introdujo en el mundo de las timbas de póker para acabar haciéndose millonaria antes del los 21 años. Desde luego el neoyorquino no ha optado por esta historia debido a su interés por dicho juego, sino por la imperfecta heroína que habita en ella. Molly Bloom es un personaje muy interesante, pero gracias a Jessica Chastain es muchísimo más. Sorkin, consciente del talento de la actriz, le brinda un entretenidísimo vehículo de lucimiento puramente Sorkiniano; para lo bueno y para lo malo. Ella, se lo agradece con una interpretación de lo más premiable. Que comience el juego.
El prólogo es en caída libre. Sorkin se gasta una de sus mejores manos y la jugada le sale bien. Tras los primeros minutos comienzan a quedar claras varias cosas. En primer lugar que su dirección es un poco como sus guiones: dinámica y veloz. Pero también que el diálogo le va a ganar por mucho la carrera a la narración visual, infinitamente menos personal y atrevida que las líneas del guion. No es algo que vaya a tomar en cuenta el público, atrapado por un ritmo endiablado y unos diálogos que son dinamita en los labios de una sensacional Jessica Chastain, que compone otro excelente personaje femenino. Los secundarios complementan muy bien, y destaca Idris Elba, el perfecto “partenaire”. La riqueza del guion es directamente proporcional a su efectividad. Sorkin nos brinda un trabajo de notoria densidad, excesiva autoconsciencia y problemática irregularidad. La tercera característica viene muy marcada por una narración de carácter voluble, que acaba siendo traicionada por una ambición que acerca el metraje a las dos horas y media. Además, el último tramo pierde toda la fuerza del relato al convertirse en algo fácil y caer en sobreexplicaciones que amenazan con reventar todo el pastel. Sabemos que el póker no es su juego señor Sorkin, pero no era el momento de enseñar sus cartas.
Molly's Game es un debut sólido y muy entretenido de un gran guionista que aún no ha demostrado nada como director. La película cuenta con un ritmo vibrante que depende demasiado de sus diálogos, algo que no estaría mal si detrás de la cámara estuviera un narrador visual como Fincher o Boyle, que les pudiera seguir el ritmo a la pluma de Sorkin y al talento de Chastain. Sin alguien así el filme se manifiesta como un emocionante juguete con el que Sorkin prueba suerte en su zona de confort, para quizás en otra ocasión atreverse a ir más allá. En el camino nos brinda un gran personaje femenino, un par de escenas fabulosas y un exuberante guion. Nada mal para empezar.
Alejandro Arranz
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