-Afilada parábola sobre el capitalismo y la avaricia. Plummer es capaz de ser abominable pero magnético.
-La frialdad juega a favor de la historia, no así la falta de fiereza de un Scott tan profesional como insuficiente.
Es triste que el nuevo filme de Ridley Scott vaya a ser recordado por el escándalo de Kevin Spacey en relación a las acusaciones de acoso y abuso sexual. Ni yo mismo quería empezar estas líneas recordándolo, pero entre la prensa amarillista y un artículo de cine, queda espacio para una sucinta mención. Lo grande del asunto es que tras sustituir a Spacey por Christopher Plummer, el señor Scott rodó de nuevo todo el material relacionado con el personaje en nueve días, una cifra increíble al alcance de muy pocos. Sea como fuere la cinta ya se ha estrenado en la cartelera, y con ella Scott quiere narrarnos el secuestro verídico de John Paul Getty III y los desesperados esfuerzos de su madre por conseguir que el abuelo del joven, el magnate del petróleo John Paul Getty Sr., pagase el rescate. Es 1973, paseamos por las calzadas de la bella nocturnidad italiana, en blanco y negro.
En todo el metraje tan solo hay un plano que no se articule correctamente con el resto, y sí, tiene que ver con las grabaciones de Plummer. Sin embargo la labor de montaje es más bien excelente, como el trabajo de Scott tras las cámaras. Es un cineasta que, a sus 80 años, sigue sabiendo manejar el ritmo como pocos y sin haber perdido el talento para generar imágenes capaces de impactar en el espectador. Sin embargo su nueva película vive de la enigmática figura de John Paul Getty y de la fabulosa interpretación de Plummer, al que los 88 años también le sientan estupendamente. El resto de elementos que rodean la figura de Getty, incluida la trama principal, son simple solvencia. Un ejemplo más extremo es el de los personajes, que o bien parecen de cartón (el ex agente de la CIA de Mark Wahlberg) o están ficcionados en el peor de los sentidos (el secuestrador sensible de Romain Duris); aunque el problema más importante es la plana interpretación de Michelle Williams. Seguramente lo poco que no desluce frente a Getty son las interesantes reflexiones sobre el dinero, el poder, la herencia, la familia y los estigmas que nos deja el irregular guion de David Scarpa (Ultimátum a la Tierra).
All the Money in the World es una película entretenida de esa versión competente de Ridley Scott que todos conocemos. Casi siempre resulta escasa, pero jamás permite que dejemos de mirar; sin embargo la observamos deseando que se salga del camino marcado y se introduzca en terreno de urticas como ocurría en la infravalorada y fascinante The Counselor. Sería muy fácil de olvidar de no ser por ese codicioso y complejo personaje que tiene en el centro, un impagable paradigma de los males contemporáneos.
Alejandro Arranz
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