-Al mismo tiempo decepcionante, evocadora y deslumbrante. Del Toro firma un filme que en sus mejores momentos hipnotiza, lástima que no tenga muchos de esos -momentos-.
-El guión es corriente y moliente, pero en pantalla la historia cobra vida gracias una puesta en escena extraordinaria y a un alma inquietante y romántica que recuerda a muchos buenos literatos. Más trabajo en el libreto podría haber supuesto una película realmente magnífica.
Pocos realizadores actuales son conocidos por cuidar de forma tan meticulosa y con tanto cariño a sus criaturas (sus producciones) como Guillermo Del Toro. El guionista y director de origen mexicano ha conquistado a muchos televidentes con su serie sobre vampiros, “The Strain”, y obtuvo muy buena acogida hace dos años cuando estreno “Pacific Rim”. Aún no he tenido el placer de visionar la serie mencionada y no soy fan particularmente de “Pacific Rim”, que bien podría describirse como “Transformers” sólo que hecha por un cineasta que ama cada engranaje de sus películas, que tiene un estilo visual fascinante y que consigue conectar con el público a un nivel muy particular. De hecho su película de robots gigantes (está a la espera de confirmarse una secuela) le encantó tanto a la crítica como al público, porque se respiraba amor por el género y porque convertía a quien la veía en un niño extasiado de alegría durante algo más de dos horas. Una ruidosa poesía cinematográfica que supone lo que se conoce más concretamente como placer culpable. Pero volviendo al tema, muchos esperábamos ansiosos lo que nos deparaba este nuevo viaje al género por excelencia del director, sobre todo cuando está acompañado de un elenco de actores/actrices tan dotado. Mia Wasikowska, Jessica Chastain, Tom Hiddleston y Charlie Hunnam se unen a un largo y llamativo listado de secundarios en un thriller sobrenatural que se aleja del manufacturado modelo comercial, porque está en manos de un devoto del cine fantástico.
Después del regreso de Amenabar al terror hace una semana con “Regresión”, es Del Toro el que vuelve al género con una película en la que -fíjense la ironía- no es difícil encontrar algunos parecidos razonables con “Los Otros”. El ganador del Goya y su personaje protagonista empiezan el filme con un mensaje claro que contar al público: Los fantasmas existen. Una premisa tan contundente como apetitosa, que junto al numeroso talento que encontramos detrás de esta nueva apuesta del género, no hacía difícil augurar algo de interés considerable. “Crimson Peak” puede definirse como un melodrama gótico de época con tintes sobrenaturales. Una cinta repleta de romanticismo, de poesía visual, de elegancia, de simbolismo y también un gozoso homenaje a los referentes literarios y cinematográficos del cineasta, entre ellos -como no- el Henry James de “Otra vuelta de tuerca”. Pueden ser muchos elogios juntos a poco de comenzar estas líneas, pero la decepcionante verdad es que el filme nunca alcanza a ser tan bueno como podría haber sido. El mayor problema es el guión del trío de guionistas encabezado por el propio Del Toro junto con Matthew Robbins (“Mimic”) y Lucinda Coxon (“The Danish Girl”). La trama es de lo más convencional, los lugares que ésta recorre son comunes y lo mismo se puede decir de las situaciones que transcurren en ellos. Hay demasiados clichés, giros bastante predecibles, torpezas incomprensibles y en general el libreto al completo anda muy falto de trabajo. Por otra parte la simpleza del guión se refuerza de sobremanera con la notable labor tras la puesta en escena, que distrae y sugestiona por completo al espectador. Algo a lo que también ayudan las formidables interpretaciones y una narración sólida y de lo más entretenida.
Se revisionan sin desvíos los elementos constituyentes de los filmes de casas encantadas, pero respetando una coherencia en las actuaciones de los personajes con relación a la mentalidad de la época en la que se encuentran, así como el lugar del que provienen, marcando una clara diferencia antagónica entre Gran Bretaña y Estados Unidos (un punto también propio de la obra de Henry James). A pesar de este acierto (no tan lógico como podría parecer), es inevitable ver a los personajes como meros arquetipos que funcionan en sus respectivos roles dentro del género al que pertenecen. No obstante, los actores hacen un trabajo excelente: Tom Hiddleston como galán seductor, Wasikowska como ingenua heroina con don especial, Hunnam como entrometido rescatador y especialmente una Jessica Chastain que más allá de su rol establecido, construye un personaje estupendo. Como curiosidad, esta es la primera película en la que podemos ver trabajar juntos a dos maestros en su campo, Javier Botet (“Mamá”) y Doug Jones (“El laberinto del fauno”). Llegados a este punto creo que han quedado claras las virtudes y los defectos de este proyecto. El guión puede verse como el núcleo de cualquier película, pero hay virtudes conceptuales que toman mucha más fuerza en el apartado visual y elementos del mismo tipo que se transmiten cuando ves y sientes una película. De cualquier modo lo realmente increíble e irreprochable aquí es el apartado visual. Una dirección minuciosa y cuidadísima, una espléndida dirección de arte (sobra algún arreglo digital que resta algo de personalidad a una ambientación por lo demás sublime), así como vestuario, peluquería, etc. Esta vez Del Toro es más un gran diseñador de espacios y sensaciones que un experto narrador de historias atractivas. El gore está muy bien utilizado y hay escenas realmente impactantes, sin embargo el filme no da nada de miedo y a poco que lo analicemos descubriremos una excesiva insustancialidad.
Guillermo Del Toro ha creado una película de casas encantadas tan lírica y entretenida como totalmente carente de terror. El derroche visual vale por si sólo el precio de la entrada, si le sumamos las actuaciones, lo bien narrada que está y el cariño que se respira por el género encontramos un estreno muy atractivo de la cartelera. No es ni de lejos el mejor trabajo del cineasta mexicano, pero para los amantes de las fantasías sobrenaturales, de los amores góticos y del director, es una apuesta que no defraudará en muchos aspectos y que les hará pasar un buen rato durante algo más de dos horas. En algunas ocasiones “Crimson Peak” les hechizará, una pena que no suceda más que en un par.
Alejandro Arranz
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