jueves, 12 de mayo de 2016

Crítica de “Mayo de 1940”

-Campechano, semi-utópico y banal drama Francés ambientado en la Segunda Guerra Mundial.

-Un amable y simplista retrato del horror con toques de humor bufonesco. Carion prefiere dar un rodeo a los temas y tonos necesarios, que enfrentarse a ellos.

Christian Carion retorna desde la Guerra Fría de la elogiada “El caso Farewell” hasta la Segunda Guerra Mundial, para rendir un homenaje a todos esos millones de franceses que tuvieron que dejar su casa por el inminente ataque del ejército Alemán. La trama, si es que se puede llamar así, no es más que una excusa argumental más fina que el papel de liar y que apenas tiene importancia, resolviéndose en un par de escenas guiadas por una serie de clichés realmente manidos. El homenaje tampoco sale bien parado. Tal vez porque no afronta con coherencia emocional la evolución de esos personajes y prefiere esconder sus decisiones correctas y valientes, con tópicos humorísticos y secuencias de corte familiar que en ocasiones resultan vergonzosas. Una de las épocas más oscuras de la historia humana se ve simplificada a un afectuoso y cordial drama de buenos sentimientos que llega a encadenar media docena de escenas absurdamente triviales y carentes de importancia narrativa o dramática. Por suerte no toda la película se ve lastrada por estos problemas, así que tengo motivos para no dejar esta reseña en el primer párrafo; aunque esta vez os aseguro que será un comentario de breves argumentos y prontas conclusiones. Vamos allá.

Al principio la película no avanza, es un cúmulo de conversaciones banales y tonos que no confluyen. Un tramo marcado por una puesta escena del todo correcta, de corte clásico y con predominancia de unos paisajísticos planos generales. Y también por el excelente trabajo del maestro Morricone, que compone una banda sonora fantástica (aunque en ciertos momentos se me hace reiterativa), labor en la que refugiarse cuando el filme ofrece poco más. Por suerte la película pronto deja este limbo para ofrecer elementos de interés dentro del permanente convencionalismo de la propuesta. Así pues dentro de su esquema previsible y repleto de tópicos y teniendo en cuenta su simplismo bonachón, la inexistencia de tensión dramática y el cuadro de personajes estereotipados (algunos bordeando la caricatura); encontramos virtudes que elogiar. Son por ejemplo el llamativo planteamiento de las escenas de acción, un buen reparto que brinda escenas poderosas (la grabación de la caravana Francesa por parte del cineasta Alemán o la conversación entre el niño y el soldado Alemán) y cierto espíritu entrañable que imbuye casi siempre la cinta, haciendo difícil repudiarla. El último elogio y el más importante va para esos momentos en los que Carion se quita el miedo de encima y se enfrenta a la situación histórica en la que está; no siendo esto maniqueísmo, sino una realidad documentada. Pongo de ejemplo la mejor escena del filme, en la que los niños cantan con la profesora mientras el resto de adultos presencia algo terrible. Los pequeños, ajenos al horror que los rodea, mantienen unos pocos momentos más de infancia antes de que se la arrebaten de forma ineludible. Los adultos por unos breves momentos se convierten en personajes reales, de emociones reales y honestas, y una serie de complejidades de carácter inescrutable pasan por sus mentes. Si el resto de escenas tuvieran esa fuerza y esa veracidad, estaríamos ante una película relevante. Para finalizar apuntar que en el último tramo, la cinta recurre a la explotación de los agujeros de guión como resoluciones de trama, forma de alcanzar definitivamente y con apremio, ese predecible plano final que tan poco me gusta.

En conclusión, Christian Carion realiza un homenaje cobarde, tópico, bufonesco, simplista, ilusorio y edulcorado que sólo tiene que ofrecer ese entrañable aroma campechano, un reparto bien provisto, un par de escenas que atesorar y otro admirable trabajo de Ennio Morricone. Una película que se ve sin problemas y se olvida también sin problemas, con la que el cineasta Francés va un par de pasos atrás en lo conseguido hasta ahora con su filmografía.


Alejandro Arranz

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