-Los fans agradecerán los nuevos planetas, personajes, especies y naves; también los reencuentros y descubrir un filme más áspero y grisáceo. Finalmente este es un digno añadido al canon warsie.
-Un guion con sustancia y un impresionante reparto le dan vida a la propuesta. El trabajo de Edwards es competente, demasiado respetuoso, pero despunta en la última media hora.
Después de un año entero de espera, al fin podemos ver Rogue One, un spin-off/precuela/secuela que arrastraba polémica por muchas razones. Antes de nada, por si queréis dejar de leer ahora mismo, no me gustó The Force Awakens, me encantó. Sí, su estructura era calcada al origen de la saga, pero eso no impidió que presentara a nuevos personajes, abriera caminos novedosos, planteara dudas fascinantes y nos reencontrara con los mejores momentos y personajes de nuestra infancia. La energía cinematográfica que Abrams imprimió en ese episodio era totalmente auténtica y arrolladora, y volver al Halcón Milenario era algo que no estaba ni siquiera al alcance de los mejores sueños. Dicho ésto, voy a empezar a comentar la cinta que nos atañe en esta ocasión. El guion de la película corre a cargo de Chris Weitz (Cinderella) y Tony Gilroy (Bourne Ultimatum). El reparto lo componen un abultado número de grandes intérpretes, no obstante el protagonismo va para Felicity Jones y Diego Luna; en la cola les siguen -entre otros-: Ben Mendelsohn, Donnie Yen, Jiang Wen, Mads Mikkelsen, Forest Whitaker, Alan Tudyk y Riz Ahmed. Por último, a los mandos de la nave está Gareth Edwards, un señor que para muchos ha renovado la ciencia ficción y el género Kaiju-eiga con sus respectivas Monsters y Godzilla. Personalmente casi me duermo en ambas películas, aunque los 15 minutos finales de ambas me parecen magníficos. Ahora llega el momento de la verdad, de saber si el cineasta es capaz de hacer una película sólida, con personajes definidos y una narración atractiva; pero también algo más, pues cuando se trata de Star Wars, tu película debe ser mágica.
No es Rogue One el sueño cumplido, tampoco el fracaso esperado por muchos. A medio camino entre ambos está. Al principio me niego en rotundo a considerar nada de ésto parte de Star Wars. No es la falta de letras voladoras, que se rompan otras dos claves básicas de la saga o esa “intro”. Es que la película no funciona nada bien en los 20/30 primeros minutos. No hay consistencia, todo está disperso y no termina de situarnos en lo que nos quiere contar. Lo bueno es que todo va mejorando conforme pasan los minutos. Aún así, en el correcto tramo medio algunas escenas siguen sin funcionar como parte de un todo. Edwards narra y filma con academicismo, demasiada rigurosidad y respeto por la saga, pero sin la energía que sí tenía Abrams. También es cierto que en ocasiones peca de algunos excesos innecesarios que convierten la épica en parodia y que en determinados momentos el apartado visual no concuerda demasiado con el espíritu que intenta tener la película. Sin embargo la gente tendrá más en cuenta la presentación de nuevos mundos, especies extrañas y un par de naves. El otro señor que nos acompaña toda la película es Michael Giacchino (Dr. Strange), el compositor sale más que bien parado de un trabajo admirable, no obstante se echa -y mucho- de menos a nuestro amado John Williams. El guion tiene sustancia y "claroscuros", aunque nunca acaba de aprovechar sus oportunidades. Da gusto ver que realmente estamos ante una película bélica, la cual está al servicio de un mensaje político y humano. Hay cierta influencia del cine de Raoul Walsh y lo más destacable es la carencia de héroes de brillante armadura, que se llevan a la chica y reciben sus medallas. Aquí están los nombres tachados, los mercenarios, los traidores, los renegados suicidas luchando por lo que creen que está bien, aunque a veces sea difícil de distinguir. Esta es una película sucia, de héroes anónimos y tácticas furtivas, sus cuerpos quemados permanecen tirados en cualquier cenagal, pero sus acciones tienen valor real.
Algunos de esos personajes funcionan mucho mejor de lo esperado, en especial por el inmenso trabajo de sus intérpretes. El Chirrut Îmwe de Donnie Yen o el fabuloso androide K2-SO (voz de Alan Tudyk) se adueñan de la función en sus escenas, no obstante Jyn Erso (Felicity Jones) es dueña y señora de la película, la actriz está maravillosa incluso a pesar de que su subtrama sea una de las más innecesarias, aburridas y complacientes de todo el universo Star Wars. Su compañero, Diego Luna, no lo hace tan mal como dicen muchos de mis colegas, el problema es que su química con Jones es inexistente y en la comparación individual queda muy deslucido su trabajo. Por último el Saw Gerrera de Forest Whitaker está desaprovechado y se nota que le han recortado escenas. En el bando contrario destaca el villano de Ben Mendelsohn, Orson Krennic. El actor entrega un villano tan clásico como atractivo, es un malo de los de antes, con cara de malo; vaya delicia. No obstante, se lo comen dos apariciones que son de aplaudir hasta que a uno le duelan las manos. Puede que revivir a Peter Cushing como Tarkin para hacerlo tan protagonista, sea un poco ofensivo, pero la verdad es que nos encanta cada minuto que aparece en pantalla. La otra presencia es la de Darth Vader, con otro brillante trabajo de James Earl Jones (el doblaje castellano deja mucho mas que desear). El villano más icónico de la galaxia se deja caer en dos momentos en los que le falta pantalla para llenar. Su última escena no es solo la mejor de la película y me atrevo a decir que una de las mejores que Star Wars ha dado en casi 40 años, es una definición magistral de la lucha entre el bien y el mal que siempre ha retratado la saga. En general la última media hora es espectacular, y en particular la batalla espacial es de las mejores de la saga, puesto que se aprovecha muy bien de las nuevas técnicas y está muy bien ideada en todos los aspectos. Aunque hay un par de torpezas importantes, todo lo malo se olvida con un epílogo ideal que se adhiere perfectamente al episodio IV. A los que disfrutamos con el filme de Abrams, nos reafirma las solventes manos en las que reposa -por ahora- nuestra franquicia favorita, a los que lo repudiaron, les proporciona una nueva esperanza.
Gareth Edwards mejora su fórmula con su mejor película. Sigue siendo un director de crescendos y debo decir que me ha hecho disfrutar con este irregular spin-off, aunque de nuevo se lo debe casi todo al tramo final. Rogue One se divide entre ser diferente y ser igual, aunque lo importante es que mantiene la esencia y nos cuenta con eficacia, lo que pasó antes. Hay personajes y diálogos que merecen ser atesorados y algunos reencuentros nostálgicos totalmente coherentes e incluso necesarios narrativamente. Es cierto que depende demasiado del universo y está anclada en convencer a unos fans que digan lo que digan no quieren algo diferente, quieren lo mismo pero sin que se note. El problema real es que esta película no funciona por si misma, como un episodio aislado; lo hace muy bien, eso sí, como unión con A New Hope, y con esas condiciones yo estoy encantado de verla. Lo mejor que puedo decir de ella es que cuando me haga el típico maratón de Star Wars que llevo haciendo desde pequeño, será un placer verla junto a las demás. En especial porque eso que se está diciendo de que el futuro de la saga es femenino, es tan cierto como halagüeño; Rey y Jyn son lo mejor que le ha pasado a la saga galáctica en años.
Alejandro Arranz
Totalmente de acuerdo menos en Tarkin. Le veo todas las costuras en las capas de animación muscular y no me creo ninguna de sus escenas. Por lo demás, chapeau! De uno que se vio La Guerra de las Galaxias 3 veces seguidas de niño
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