-Este oso mantiene la increíble habilidad de alegrar el día de cualquiera que se acerque a él. Deje usted que alegre su día.
-Paddington es el superhéroe que la cartelera necesita.
Paul King regresa con la secuela de Paddington (2014), aquella divertida y enternecedora sorpresa navideña que adaptaba las aventuras del famoso oso de gorro rojo y trenca azul creado por Michael Bond (que nos dejó en Junio de este mismo año). Un símbolo de la literatura infantil británica que llegaba al cine manteniendo intacta su energía, su ternura, su entrañable torpeza y sus refinados modales. En esta ocasión no hemos tenido que esperar a la navidad para disfrutar de una de las mejores propuestas familiares del año. Porque eso es precisamente está ingeniosa, amable y encantadora película.
La sorprendente acogida de Paddington allá donde va se debe fundamentalmente a varios elementos. En primer lugar a su capacidad de sacar lo mejor de las personas, de hacer amigos gracias a una sonrisa y un trato gentil y unirlos a todos en favor de una buena causa; algo que muchos han acabado relacionando con una educada respuesta frente al Brexit. En segundo lugar es la precisión y el ingenio con el que reúne y revisita muchos estilos de comedia desde Chaplin y Keaton hasta el mejor Wes Anderson. La última razón está relacionada con el modo en el que este oso consigue que volvamos a ser niños de nuevo, que nos involucremos en alocadas peripecias, no menos divertidas por previsibles, repletas de magníficos detalles que solicitan una temprana revisión. Todo ello bajo una impresionante dirección artística, por la que todo parece cobrar vida directamente de un libro pop-up. Un desplegable con ocurrentes persecuciones y una galería de variopintos personajes en la que destacan Nudillos (Brendan Gleeson) y el estrafalario villano Phoenix Buchanan (Hugh Grant), un papel para el que el actor parece haber nacido.
Empieza a hacer mucho frío en la calle, la nieve cae, recordamos el valor de las mantas y la gente aprovecha el Black Friday para hacer sus compras navideñas. Es el momento en el que Paddington llama a nuestra puerta, ese oso de CGI que parece más humano que muchos de nosotros (pobre Ebenezer Scrooge). Lo mejor de esta secuela de Paul King es que sabes desde el principio todo lo que va a pasar, y aún así consigue sorprender, emocionar y mantener una sonrisa de oreja a oreja en tu rostro. Este osezno es capaz de sacar lo mejor de todos nosotros y unirnos en un gran abrazo colectivo, independientemente de nuestra edad o proveniencia. Recórcholis, me importa un comino ser ingenuo, de mayor quiero ser como Paddington.
Alejandro Arranz
Una buena alternativa para esta navidad!!
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