lunes, 7 de julio de 2014

Crítica de “Bajo la misma estrella”

-Un filme de tremenda sensibilidad, tan amable como despiadado y a medio camino entre el más puro cliché y la inteligencia más arrolladora.

-El increíble reparto y la comedia son los factores que convierten a la película en algo más que un simple aparato de lacrimogenia, Woodley incendia la pantalla con su estupenda interpretación.

Una de las citas cinematográficas más esperadas de este verano es la adaptación de la aclamada novela de John Green, el drama romántico entre la encantadora Hazel y el carismático Gus había roto récords y todas las adolescentes estaban ansiosas por ver la historia en la gran pantalla junto con media docena de paquetes de pañuelos, la dirección a cargo de Josh Boone (Un Invierno en la playa) y el dúo Neustadter-Weber el encargado de escribir el guión de la cinta, un par de guionistas bastante apropiados pues se han encargado conjuntamente de los libretos de otros drama románticos como “500 días juntos” o “Aquí y ahora”, esta última está protagonizada también por Shailene Woodley. Una de las cosas más atrayentes de esta propuesta juvenil es su reparto, donde encontramos a la antes mencionada Shailene Woodley seguida de actores jóvenes con poco recorrido como Ansel Elgort (que trabajó con ella en Divergente) o Nat Wolff y otros mucho más veteranos como Laura Dern o Willem Dafoe; aunque la película va dirigida especialmente a fans que busquen la lágrima fácil un espectador más versado o exigente encontrará material interesante, inteligencia, buen humor y excelentes actores, pero mejor aún, no encontrara ningún tipo de criatura sobrenatural adolescente ni esas chorradas varias, no hay ni vampiros ni alienígenas enamorados, aunque la manera de manipular sea en algunos casos realmente rastrera lo que tenemos aquí son dos jóvenes normales, dos potentes personajes y sentimientos muy reales.

Se abren los ojos de Hazel, un cálido fotograma para empezar la película, entonces nuestra protagonista empieza a contarnos como es su vida, nos damos cuenta de que su personalidad no es precisamente positiva, quizás es sencillamente realista pues como bien dice al principio siempre se puede endulzar una historia pero la que aquí nos cuenta es la real, sin edulcorantes de ningún tipo, desde los primeros minutos está presente el elemento que consigue que esta película no fracase, el humor, y es que hay infinitos ejemplos de cómo hasta la más fina de las comedias puede mejorar una película de esta índole, “Intocable” lo demostró en su día, una réplica jocosa a tiempo, un poco de comedia negra o hasta un chiste perspicaz de la boca del carismático Ansel Elgort logran que el citado aparato lacrimógeno no agüe la fiesta demasiado pronto, pero ese no es el único acierto del guión, de hecho este romance adolescente presume de una sorpresiva inteligencia y una esencia literaria que lo elevan muy por encima de sus rivales del género; cuando Gus y Hazel se conocen la película coge carrerilla, en el buen sentido de la expresión, son dos personajes bien distintos, él se muestra mucho más positivo ante su situación y para con el mundo que le rodea, que los dos sean buenos actores y su buena relación fuera de plató hace que consigan una buena química en pantalla, por un lado el carisma de él y por otro lado lo bien que se desenvuelve Woodley frente a la cámara, esta actriz cada día promete más; como apunte diré que el hecho de haberlos visto como hermanos hace a penas unos meses en “Divergente” para de repente verlos aquí tan enamorados es un poquito perturbador.

La música, la fotografía, todo dispuesto para que las espectadoras se rindan a los pies de la película, Boone hace un trabajo de sobrada calidad y con virtudes inesperadas, cierto que mucho se lo debe a la calidad de la fuente, es decir la novela de John Green, pero a la hora de adaptarlo se ha prestado mucha atención a todo; sin embargo dejando a un lado las canciones de Peter Gabriel la realidad es que la película es terriblemente manipuladora, un rasgo que va aumentando conforme se suceden los minutos, y es que aunque posea una inteligencia, un humor y en definitiva una calidad harto superior a la media del género, no podemos obviar que esta es ni más ni menos que una “película clínex”, si bien menos empalagosa de lo que debiera también tanto o más manipuladora que el resto, sabe como tocar la fibra sensible y si eres de esas personas que lloran con facilidad, aquí te vas a hartar. Uno de los mejores momentos del filme sucede tras un cambio de ambiente, de nuevo Boone y Ben Richardson (el director de fotografía) logran escenas encantadoras, también aparece el amigo Willem Dafoe, con a penas unas líneas de diálogo consigue una escena memorable, una actuación de tres minutos de una veracidad tremenda y que suelta un par de verdades realmente dolorosas aunque dichas por un personaje hipócrita y atormentado; hablando de Dafoe y su fugaz interpretación me redirijo al reparto, todos los actores realizan un trabajo sobrio y competente, por supuesto destaca la hermosa Shailene Woodley que cumple con todas las facetas de su personaje sin fallos, después Ansel Elgort con su estilo de película clásica y esa sonrisa permanente y por último la espléndida Laura Dern, que borda sus breves pero intensas intervenciones como madre de Hazel.

Tras el cambio de ambiente citado antes, la manipulación alcanza su máximo exponente, es descarado como se puede intentar jugar de ese modo con los sentimientos del público, por otro lado un público que sabe de sobra a lo que va, ese desvergonzado ataque emocional constante hace que la sala se convierta en un coladero lacrimoso a través de tramposos ardides de guión que acaban con todo lo logrado con anterioridad, no queda lugar para el humor, sólo para los diálogos empalagosos del final, que no te lo parecen tanto pues para bien o para mal el audaz Boone y los guionistas ya te han llevado a su terreno y te han ganado la partida, y no lo han hecho de un modo enteramente adulterado o indecente, lo han conseguido con tres cuartas partes de película amable, con sencillez, con humor, con buenos actores interpretando personajes con los que puedes empatizar y con sutil inteligencia, poco me importa ser manipulado cuando una película está bien hecha, y en este caso lo está.

La adaptación de la famosa novela juvenil de John Green se llevará tanto al público como a la crítica de calle, porque llevamos años soportando adaptaciones juveniles que daban vergüenza ajena, memez tras memez que no cumplía en ningún apartado, modelos de ropa interior que no sabían decir tres palabras seguidas sin mirar fijamente a cámara, guiones que parecían haber sido escritos por analfabetos y lo peor de todo las estúpidas retahílas de fans enloquecidas/os a los que no les importaba lo más mínimo la basura que fueran a tragarse; éste es un romance juvenil divertido, a veces triste, creíble y como su propio nombre indica, romántico, un drama con buen material y que a pesar de todos sus inconvenientes llega al lugar que pretende siguiendo sus propias normas, no hay duda de que es un aparato lacrimógeno impúdico, pero hay mucho más en su interior y si no eres la típica niña idiota disfrutarás de una buena película, de lo contrario lárgate a ver “Twilight”.


Alejandro Arranz

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