-Una de espías a fuego lento y a la antigua; Corbijn tiene oficio y el reparto está impecable, lástima que la película sólo sea correcta y no brillante.
-Seymour Hoffman deslumbra en su último papel protagonista, construye un personaje fascinante en una película tan solo interesante, mientras él está en pantalla nada más importa.
El último papel protagonista de Philip Seymour Hoffman, esa es una razón completamente racional para interesarse por esta nueva película del director Anton Corbijn (El Americano), si ya habéis visto algún trabajo del director más que seguro que tenéis otra razón para acudir al cine, aunque un servidor está más interesado en su drama de época sobre la amistad entre James Dean y el fotógrafo Dennis Stock que estrenará el año que viene. Que el guión de Andrew Bovell (Al límite) esté basado en una novela del famoso autor británico John le Carré (El topo, El jardinero fiel) es todo un aliciente aunque el guionista no sea de vuestros preferidos, a mi no me gusta especialmente su trabajo. Por último está el reparto, muy potente: Willem Dafoe, Rachel McAdams, Robin Wright o Daniel Brühl son algunos de los nombres que rodean a nuestro protagonista. Un meticuloso y dramático thriller de espionaje post-11/9 de la mente del novelista John le Carré coproducido entre Reino Unido-USA-Alemania y protagonizado por un enorme Seymour Hoffman...es todo lo que debéis saber para decidiros.
Estamos ante un thriller competente y muy pausado, los que esperen tiroteos y persecuciones no tienen aquí una película recomendable, y pese a su casi total falta de acción no por ello carece de emoción o tensión. Aún con su ritmo lento resulta absorbente en casi todo momento gracias por un lado a Corbijn, que controla el filme con precisión, y por otro al profesional elenco; el guión da muestras de tener un buen trabajo de investigación a sus espaldas y juega con algunos temas con agudeza, pero es bastante flojo y termina por desfallecer -en muchos aspectos- a mitad del segundo acto. Hace meses que no veo una cinta de espionaje tan atmosférica, contenida y por que no decirlo, sólida; tiene buenos intérpretes, un argumento prometedor y una estética sombría excelente, sin embargo acaba siendo excesivamente tradicional, se arriesga poco y la trama principal queda diluida entre media docena de subtramas tontas y pasajeras, véase el insustancial intento de introducir algo de chispa sexual. Es decir que a pesar de su inusitado ritmo, sus buenos actores y sus filtros de color la película resulta ser de un “clásico” negativo, no porque sea un thriller a la antigua -que también- sino porque rechaza oportunidades en busca de caminos fáciles que han sido transitados en muchas ocasiones, por ello es una intriga sólida pero no excelente.
Bovell no hace un buen trabajo al adaptar la novela de Carré, el guión es uno de los mayores problemas de la cinta, siempre a medio camino entre la agudeza y la chapuza, muchas de las virtudes de la novela y otro par originales están ahí y siempre es positivo pero no dejan de estar desaprovechadas o erróneamente retratadas, sin embargo hay tiempo para subtramas aburridas que sólo sirven para aumentar innecesariamente la duración. Los giros de guión son inteligentes y creíbles, están bien hilados y no tienen la necesidad de resultar sorprendentes; los personajes son bastante unidimensionales quitando el de Hoffman que convierte a su personaje estereotipado en uno realmente interesante gracias a una enorme actuación, sin embargo ya sea el de Willem Dafoe, la abogada interpretada por McAdams o Robin Wright en un personaje incomprensible -aunque útil narrativamente- resultan muy vagos, sólo interesan algo gracias a la labor de sus intérpretes. Mi palabra de antes fue diluida, y es perfecta, la trama principal parece no avanzar, entre tanto irse por las ramas y los superfluos momentos-conversaciones que suceden incluso llegando a resultar molestamente redundantes, con todo la película nunca pierde vigor y el señor Hoffman hechiza cada minuto en pantalla.
Es un momento muy oportuno para hablar de los actores y es que soy de esos que piensa que en ocasiones -no muchas- el casting lo es todo, en esta ocasión no es así pero verdaderamente uno de los mayores aciertos del filme es contar con un elenco de actores sumamente robusto. Primero está Seymour Hoffman y sin querer ser incorrecto creo que le viene al dedillo ese dicho popular, pues al igual que El Cid Campeador el señor Hoffman también logra victorias póstumas; si no fuera suficiente con semejante actor que eleva el filme muy por encima de sus posibilidades, también tenemos al camaleónico Willem Dafoe, a una guapísima y muy adecuada Rachel McAdams y a la excelente y desde luego prolífica Robin Wright, un trío de secundarios admirable. Los tres hacen un trabajo más que correcto con sus triviales personajes sin embargo hay otros dos nombres que no me ha dicho nada de nada, en primer lugar Grigoriy Dobrygin que no consigue interesarme lo más mínimo por culpa de un personaje aburrido y un trabajo deprimente del actor, el segundo nombre es el de Daniel Brühl, un señor actor como la copa de un pino jamás debería estar tan desaprovechado como lo está aquí, tres minutos de cameo sin casi diálogo en una película de dos horas, menuda decepción. El filme concluye de manera muy acertada con unos minutos finales magníficos, un inteligente giro de guión y las últimas y brillantes escenas del señor Philip Seymour Hoffman como protagonista, el guión decide arriesgarse un poco por una vez y la jugada le sale estupendamente, Hoffman estalla en un último momento y desde su coche le vemos alejarse caminando, como un actor sin igual que nos dejó antes de tiempo y que completa su último papel protagonista, un trabajo tan bueno como los demás e incluso mejor que la mayoría, por suerte aún podremos verle en unos meses como secundario en “Sinsajo”.
Anton Corbijn aprueba con este thriller de espías a la vieja usanza, a pesar de sus problemas de guión y de ciertos altibajos en la dirección estamos ante una intriga tensa e inteligente que se aleja del resto de competidores contemporáneos del género gracias a un ritmo pausado, una oscura fotografía y un reparto de altura. “El hombre más buscado” no llega a la altura de otras adaptaciones de Carré pero es un trabajo sólido de esos que siempre animan la cartelera, para veteranos más que para deseosos de adrenalina de la escuela Bourne, para los que quieran ver una última vez al mejor de los Philip Seymour Hoffman, un actor que no puede ser copiado pero que al mismo tiempo tuvo muchas caras y nos dejo muchos personajes inolvidables de la historia del cine, todos vosotros tenéis una cita obligada con esta película y con el difunto genio.
Alejandro Arranz
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