A pocos capítulos para que termine una de las ficciones mas tediosas de Antena 3 yo ya tengo el culo en tensión permanente, y no porque esté nervioso por lo que le pase a María Fuentes, la pobre niña robada, sino porque temo que en los próximos días vengan los marcianos, un médico loco extienda un virus por la humanidad o que Carmen de Mairena se presente a las municipales.
Y es que la serie no es más que eso, un sinsentido lleno de clichés del mejor cine serie Z. Para los que no hayáis visto la serie (o para los que no la visteis bien y os gusta) voy a contaros un poco de que carajo va esto:
María Fuentes (interpretada por Megan Montaner) es hija de Francisco Fuentes (Jordi Rebellón), un juez del tribunal supremo con alopecia, y de Luisa Vergel (Lydia Bosh), una beata ama de casa que organiza fiestas benéficas. Aquí he de felicitar a los guionistas, pues si lo que pretenden es que odies al personaje no lo pudieron construir mejor. Esta señora es una mala alimaña hipócrita que presume de cristiana pero que si cristo la viese seguro que la excomulgaba a tortazos (pero de los malos, los que duelen), ya os hablaré mas adelante por qué me cae tan mal la vieja loca esta. El hermano de Luisa, y tío favorito de María es Enrique Vergel (Tito Valverde) un tocólogo al que María admira aún no sabemos por qué. Está bien admirar a tus familiares pero este señor no hace nada que el espectador vea que sea digno de admiración, pero bueno. Éste tiene un hijo también ginecólogo que trabaja en su hospital que se llama Bruno Vergel (Miguel Angel Muñoz) que está deseando beneficiarse a su prima María y esta le da largas como si fuera un moscón más sin preocuparse por las tendencias incestuosas de su primo hermano.
Un día, después de salir de zumba con su BlackBerry y su pedicura, María descubre que es una niña robada del franquismo, puede que no os cuadren las cuentas por que Megan Montaner dejó la pubertad anteayer, es decir que el franquismo le queda un poco lejos, pero la serie está ambientada en 2001 así que ¡todo solucionado!
El caso es que se pone muy furiosa por que sus padres le negaron el conocer a su madre biológica y la condenaron a esa vida perra que llevó desde que nació, rodeada de lujos y halajas. ¡malditos padres adoptivos! Bueno, María se pone muy loca y decide contratar a Juan Prados (Daniel Grao), un abogado que investiga las tramas de bebés robados durante el franquismo, y al cual María conoce (qué casualidad) al abollar su coche contra el de él. El tal Juan es un inútil, aunque por suerte María contrata también los servicios de Pablo (Eloy Azorín), un hacker informático que controle a su familia postiza, la cual ahora es su peor enemiga.
Resulta que María encuentra a su madre biológica en un pueblillo andaluz: Fernanda Duque (Victoria Abril) una pelandrusca que en los años 70 se quedó preñada de María y al dar a luz le dijeron que estaba muerta, Fernanda tiene otra hija, Amparo (Verónica Sánchez) que siguió con el negocio familiar y es ramera pero de las que meten navajazos. Estas dos, con diferencia son mis personajes favoritos de la serie, o cuanto menos, los únicos que podría salvar de un genocidio.
Para que no os hagáis la picha un lío (si es que aún la tenéis entre las piernas tras esto) os diré que a María su madre Fernanda le coge mucho cariño pero que su hermana no tanto, que su tío empieza a estar hasta los cojones de que ande con las andaluzas, que el abogado anda loco detrás de ella como un mono en celo, y su primo igual, y el informatico, y meda serie, que su madre no quiere que vea a su madre real, que su tío contrata al chulo de amparo para cargársela y que éste en vez de hacerlo se la regala a un moro de Ceuta que trafica con armas. Esto ya parece el rosario de la aurora, pero por una serie de catastróficas desdichas, María acaba en una red de prostitución china y todos en España creen que está muerta.
¿Vaya montón de mierda eh? pues esperad a la segunda temporada, si esto podría ser la historia normal de una chica robada, es la versión española de Kill Bill, resulta que meten a María en un puticlub chino, y por lo que cuenta copula con medio país, tanto que se convierte en la "madam" y la temporada 2 empieza con ella caminando con aires de superioridad por el club y diciéndole a los clientes: "¿Me invitas a una copa cielo?" en perfecto y fluido chino, que parece que en vez de en un puticlub lo aprendió en la universidad de Tokio. Pero bueno el caso es que un día para proteger a una chica nueva de un chino muy salido se lo carga, y la meten en una cárcel china, que parece aquello peor que mi barrio en verano, pero María sobrevive a sus compañeras por que una rusa la protege, la rusa está forrada y cuando palma deja a María una cuenta bancaria llena de pasta para que la chica se compre todos los paquetes de cigarrillos que quiera, por que dentro de la cárcel ya me diréis vosotros para que quiere la pasta pero bueno. El caso es que para agradecérselo, María profana el ataúd donde está su amiga y se mete ella en el, para que la tiren al mar, que bello plagio-homenaje a "El conde de Montecristo".
María llega a China y con el dinero de la Rusa se arregla el jeto en un cirujano plástico y se vuelve a Madrid donde alquila un piso y toma una identidad nueva,
María decide hacerse pasar por una amnésica para acercarse a ellos y destrozarlos por dentro cual serpiente venenosa, pero la niña no tiene ni idea y cada vez que quiere hacer algo le sale mal. Y así llevamos casi 9 capítulos (los mismos que la temporada anterior) sin que pase nada en una serie pretenciosa, aburrida, fantasiosa y con los personajes menos empáticos de toda la televisión.
Si queréis verla adelante, pero no merece para nada la pena, no sé si ha quedado claro.
Chema Montero
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