-Una adaptación con virtudes pero destinada al fracaso. Su reparto y su estilo visual son los únicos apartados que sobreviven al análisis una vez transcurrida la primera hora.
-Tiene momentos emocionantes pero poco a poco se torna hacia el thriller tonto, aburrido y vacío.
El director Daniel Espinosa (“El Invitado”) ha sido el elegido para dirigir la adaptación del famoso best-seller homónimo de Tom Rob Smith, que a su vez está producida por el mismísimo Ridley Scott. No es que me fascine el trabajo del director, sin embargo sí que lo hace la terrible historia que se pretende adaptar. El guionista encargado de adaptarla es el nominado al Oscar por “El color del dinero”, Richard Price. Un buen guionista al que se le pueden pasar por alto trabajos como “Shaft: The Return”. Por último tenemos a un reparto de auténtico lujo. El camaleónico Tom Hardy ejerce de protagonista con un magnífico acento ruso (olvidaos de doblajes). Le acompañan -entre otros-: Gary Oldman, Noomi Rapace, Joel Kinnaman, Jason Clarke y Vincent Cassel. Ahora que ya sabemos quien lleva los mandos de esta adaptación queda preguntarse como le ha ido a este thriller dramático-político de espionaje.
La película tiene una premisa estupenda, y durante el tramo inicial la explota correctamente. Espinosa controla la tensión de forma eficaz, las ideas del thriller político se desarrollan de una manera inteligente y hay un par de escenas realmente excelentes, desde su dirección, el desarrollo de personajes y el juego con el suspense. Así pues tenemos casi una hora de thriller oscuro, inquietante y repleto de interés. No obstante, a partir de ahí todo empieza a desinflarse, el trabajo de Price en las primeras 60 páginas es robusto y agudo, de ahí en adelante parece un thriller al uso que insiste en el mismo tipo de situaciones y cuyo guionista resuelve los problemas con la ingenuidad de un novato. Del mismo modo Espinosa pierde el control, del ritmo, de la narración y en ocasiones incluso de su propia película. El personaje de Tom Hardy es el único que posee un desarrollo como es debido, mientras que el resto mutan en aburridos arquetipos. Narrativamente se vuelve confusa en demasiadas ocasiones, con exceso de giros y reiteraciones que la convierten en un auténtico plomazo.
La mezcla de géneros resulta muy extraña, es un drama romántico, cine de espionaje, thriller político, psicológico y otro buen número de géneros que no se complementan en absoluto. Sin embargo acaba predominando su faceta de thriller endeble repleto de clichés y arreglos tontos, con asesino en serie malo malísimo de turno. Se desecha lo mejor de la película para convertirla en algo muy visto y sin nada interesante que contar. Aunque no se profundice más en su premisa, se mantienen ininterrumpidos los trucos que en un principio resultaban tensos pero que llegados a un punto se vuelven risibles. Aún con todo permanecen intactas un par de virtudes. En primer lugar los actores, Tom Hardy sigue en racha demostrando que puede hacer lo que le echen y mejor que bien. Los secundarios le dan vitalidad a sus personajes, Rapace y Goldman están realmente bien, Kinnaman sigue sin convencerme y su personaje me parece totalmente ridículo, casi tanto como el otro villano. El segundo punto fuerte que permanece invariable es el apartado visual, con un diseño de producción espléndido. No obstante sigue sin ser suficiente para aguantar casi hora y media de torpeza y aburrimiento enrevesados. Con pelea tonta y mal rodada incluida en el desenlace.
Lo que parecía prometedor en primera instancia y sorprendía por su atrevimiento, su minuciosidad para con la realización y transmisión de una idea inquietante pero en última instancia necesaria de ser contada al publico, finalmente resulta ser la misma tontería comercial pero ni siquiera capaz de entretener al público. Su brillante reparto hace lo que puede por levantar la película, algo que se manifiesta imposible. Cuando las luces se encienden la insoportable hora y media final logra incluso que olvidemos aquel primer tramo tan interesante. Una de las mayores decepciones de la temporada y seguramente del año.
Alejandro Arranz
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