-Absoluta obra maestra, Iñárritu ha creado una película difícil de creer, llena de dobleces, de capas y de ideas. Saborearás cada minuto y luego querrás verlo todo de nuevo.
-El espectáculo más sorprendente y magistral del año. Destreza visual al mayor nivel posible y al servicio de un guión fascinante que necesita de un par de visionados para extraer todo su material.
El mexicano Alejandro González Iñárritu es uno de los mejores cineastas en activo, prueba de ello da su imponente filmografía. Su ópera prima, “Amores Perros” hizo que todos nos fijáramos en e´l y en su trabajo, “21 Gramos” le consagraba y “Babel” tan solo hacía que recalcar el genio de este gran director y de su hasta entonces inseparable guionista, Guillermo Arriaga. Después, hace 4 años el mexicano estrenó “Biutiful”, esta vez no estaba Arriaga como guionista y cabe decir que uno se daba cuenta de ello. Fue un pequeño bajón en su filmografía, pues aún siendo una buena película no tenía la fuerza del resto de sus cintas. Pero vayamos al grano, acabamos de entrar en 2015 y aún nos quedan muchas películas del 2014 por ver, entre ellas lo nuevo de González Iñárritu. En una época donde el género de los superhéroes y las superproducciones de Hollywood abarrotan la industria, siguiendo en casi todos los casos una fórmula establecida. En la que encontramos paralelismos con la comida basura, pues al fin y al cabo la mayoría de estas películas son como una hamburguesa: poco nutritiva, de rápida digestión y buen sabor. Y al fin y al cabo todo el mundo traga sin preguntarse si eso lo que merece el espectador. Pero el cineasta méxicano nos ha traído la película que necesitábamos, una comedia negra tan absolutamente magistral que no sabrás si reír o llorar.
Una película de culto por antonomasia es lo que tenemos delante de nuestras narices, desde el primero hasta el último de los minutos, desde la primera a la última de las líneas de diálogo. El renacer de Michael Keaton, el más fulminante que recuerdo en décadas. Y cada elemento de esta joya creada por el director de “Amores Perros” la coloca en lo más alto del olimpo de las películas de culto. Los primeros cuarenta minutos son maravillosos, difíciles de creer, pero personalmente creo que las dos horas que dura este filme son dignas de estudiarse en las escuelas. Michael Keaton realiza la interpretación con la cualquiera puede soñar, tanto por su trabajo como por lo que significa ese trabajo, es sin duda la interpretación del año. Pero el reparto al completo está sobresaliente, pues además de ser un festival de pirotecnia visual y de ideas, la nueva cinta del mexicano es un sensacional festival interpretativo. La película que nos recuerda los viejos tiempos, mejores tiempos, donde el ahora olvidado Edward Norton era considerado el mejor actor de su generación, antes de que fracasara como Bruce Banner. Aquí evoca a su mejor faceta, la de actor inconmensurable tanto de secundario como principal. Emma Stone con tan solo un pequeño -aunque muy intenso- monólogo ya conquista la pantalla y a nosotros. La verdad es que todo el reparto realiza un trabajo soberbio.
Es difícil hablar de “Birdman” pues es un espectáculo que hay que presenciar al menos una vez. Una comedia drámatica llena de capas, reflexiones, paralelismos, etc. Disecciona el mundo de la fama, critica el mundo moderno y el ego, radiografía la figura del perdedor, satiriza el Hollywood actual y así con tantas y tantas cosas mediante las que Iñárritu golpea la pantalla con fuerza brutal. Me encanta la manera de construir a los personajes, en espacios tan pequeños y escenas tan breves, si a eso le añadimos el mayúsculo trabajo actoral tan solo queda apladuir. Estamos ante una genialidad totalmente necesaria y que renueva nuestras creencias en el ilimitado poder del cine, al menos mientras haya alguien como Iñárritu, dispuesto a gritar lo que el resto del mundo se calla, dispuesto a decir lo que piensa cuando los demás simplemente tragan lo que les echen. Un director que sabe como sorprender y al que aún le quedan muchas cosas por decir. De momento su “Birdman” ya es un clásico instantaneo, prácticamente un hito de la historia del cine y en última instancia una película tan poderosa que puede ella sola con todos los blockbusters del año. El cineasta mexicano rueda su propia obra de teatro en la pantalla y nos deja boquiabiertos, ese falso plano secuencia permanente rodado con precisión quirúrgica denota una destreza apabullante. La dirección y en general el brillante trabajo visual de la obra, al servicio de un guión sencillamente espectacular y con un reparto a cada cual más asombroso que el anterior; no encuentro nada menor en el filme de Iñárritu, todo me resulta extraordinario y fascinante.
Una de las mejores películas del año y de las últimas décadas. En ella confluyen la realidad y la ficción. Pero las cosas no son como son sino como uno dice que son. El ego universal al que el visionario director critica sin miramientos. El hombre que debe convertirse en algo que no es para ser trascendente en el mundo, aunque para ello deba destruirse en el transcurso. La película de Iñárritu es inabarcable, terriblemente divertida, triste, hermosa, arriesgada, furiosa, trascendental e inolvidable. No puede explicarse con palabras, es una experiencia única que todos ustedes deben ver en la pantalla más grande posible. La actuación de Michael Keaton le granjeará el Oscar con todas las de la ley, no hay otro actor este año que haya dado tanto por su papel, ni otro papel que signifique tanto, es abrumador. Corran y vean como Iñárritu nos hizo recuperar la fe en el cine de la manera más divertida e increíble posible. Que les den a Superman y a Spiderman, “Birdman” es mi superheroe.
Alejandro Arranz
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