-Se apoya en el pasado para abrir su propio camino. Es un reboot respetuoso, avispado, emocionante, con una personalidad propia y arrolladora. La mejor de la saga desde la original.
-Pocas películas del género pueden presumir del espíritu, el corazón y la inteligencia de “Creed”, y pocas películas actuales pueden hacerlo de tener tantas escenas memorables como esta. ¡Rocky ha vuelto! Bienvenido sea.
Han pasado 40 años desde que se estrenara aquella pequeña película destinada a convertirse en un clásico. Después tendríamos una saga de éxito imparable pero dudosa calidad que repetiría la fórmula hasta acabar besando la lona con total contundencia. En 2006 Stallone recuperaría a su personaje-mito por excelencia para subirlo una última vez al ring, por los viejos tiempos. “Rocky Balboa” fue una cinta que se salvó por dos cosas muy importantes y poderosas, la nostalgia y un corazón grande y sincero (aunque algo vetusto). Nadie esperaba que el fénix resurgiera de sus cenizas, y mucho menos con una secuela/remake/reboot que por primera vez en la historia de la saga, no está escrita por nuestro querido Sly. Ryan Coogler es un joven y prometedor director independiente al que puede que recuerden por aquella excelente aunque polémica “Fruitvale Station”, también protagonizada por otro joven talento, Michael B. Jordan, que será también esta vez el protagonista. Así pues Coogler se convierte en co-guionista y director de esta nueva y ambiciosa entrega de una de las sagas más largas y queridas (vayan ustedes a saber el porqué) del cine norteamericano. Como es más que lógico, Rocky está mayor para subirse al ring, por eso se cambia su figura a la de maestro de un inexperto pero apasionado pupilo que deberá aprender mucho del boxeo y de la vida. Como es habitual, Balboa también aprenderá de su alumno. El personaje de Rocky es el de siempre, pero ha ganado mucha experiencia vital, así pues aunque prehistórico y tontorrón, también se muestra muy sabio. La verdad es que no se diferencia al actor del personaje, ambos se convierten más que nunca en una sola persona en esta película, porque la interpretación de Stallone es sincera y emocional, con una mezcla entrañable de avezada dureza e inconfundible sensibilidad, en todo momento se ve el recuerdo de su hijo fallecido en sus ojos, es una interpretación muy difícil, comprometida, honesta, sensible y totalmente merecedora de una nominación, precisamente porque lo que se ve en pantalla, le sale de dentro.