sábado, 6 de mayo de 2017

Crítica de “El círculo”

-Preferiría trabajar en atención al cliente que volver a ver una película tan idiota como ésta.

-Aún nos faltan años para derrocar dictadores enviando caritas enfadadas, pero tal vez unos cuantos “dislikes” sirvan de retroalimentación para los responsables de esta pifia. Igual nos devuelven el dinero.

La carrera de James Ponsoldt se iba cimentando de forma muy sólida, con proyectos independientes de sumo interés. En 2013 se estrenó The Spectacular Now, un conmovedor retrato de la adolescencia y el paso a la madurez, dos años después el director entregaba The End of the Tour, estupendo y reflexivo drama de ritmo sosegado, con un inteligente guion y el duelo interpretativo entre Eisenberg y Segel. Ahora que han pasado otros dos años, Ponsoldt nos trae una propuesta muy llamativa, la adaptación del famoso best-seller de Dave Eggers, El círculo. La película no llega en mal momento, ahora que Black Mirror tiene a todo el mundo atrapado en su red y aviva nuestros presagios sobre los males de Internet, la evolución de la sociedad cibernética y la eliminación de la privacidad y la identidad del individuo. Para buena noticia de los fans, el guion lo co-escriben Ponsoldt y el propio Eggers. Además tenemos la música de Danny Elfman, la fotografía de Libatique y un reparto atractivo encabezado por Emma Watson y completado por Tom Hanks, John Boyega, Karen Gillan, Bill Paxton y Ellar Coltrane -entre otros-. Como ocurre con Internet y su imparable progresión, este equipo de profesionales nos hace preguntarnos: ¿Qué puede salir mal?

Más bien todo, pues el filme es como una gigantesca hecatombe en la que nada funciona. Una especie de “efecto 2000” en la que ni siquiera el elemento humano es capaz de sacar las cosas adelante. En primer lugar está la desequilibrada mezcla entre drama fallido, fallido thriller sci-fi de tintes distópicos e intenciones premonitorias y fallida crítica a la inexistente privacidad provocada por el avance de Internet y la tecnología. Ninguno de los géneros y tonos de la película consiguen funcionar, la sensación es de constante error. Aunque los primeros minutos captan nuestra atención, al poco de comenzar los elementos ya dan muestras de fragilidad. El director logra algunas soluciones visuales muy acertadas (el modo en que la cámara y sus movimientos contrastan el interior del círculo con el mundo exterior, inseguro e inestable) y otras inesperadamente torpes. No obstante, el guion liquida cualquier virtud formal con toda su verborrea innecesaria que no lleva a ningún lugar sino al hastío más absoluto.

Se hace incomprensible que Eggers haya firmado un guion tan esquemático, repleto de baches y errores plenos. Un guion que reduce el contenido al boceto más exiguo para orientarse a escenas desechables, innecesarias y que Ponsoldt alarga y subraya avivando la irrisoriedad casi con afán de ella. El filme es incapaz de proponer conflictos o hacer pensar al espectador, solo le ofrece diálogos horribles, sobreactuaciones, situaciones manidas presionadas hasta hacerse hiperbólicas y absurdas, personajes incoherentes y trucos de guion obvios. En cuanto al reparto, cuanto más tiempo vemos a Watson más claro tenemos que no está preparada para asumir el protagonismo de una cinta, menos aún de sacar adelante un personaje carente de matices y de un arco dramático verosímil. De la participación de John Boyega mejor ni hablar, la forma del director de reducir al personaje a una anécdota con utilidad final es lamentable. Lo mejor, el carisma de Hanks y ver una última vez al fallecido Bill Paxton, que recupera aquí su esencia de entrañable y sólido secundario.

En los últimos años se han hecho muchas películas y series sobre los miedos del ser humano a la evolución tecnológica y de la Red, todas eran mucho más interesantes y aprovechables que ésta. La única virtud de The Circle son las valiosas soluciones visuales del director, el resto parece un caricaturesco híbrido de hueco spot publicitario y un histriónico vídeo cómico de youtube. Pero incluso todo ello es mejor que su desenlace, tan ingenuo y manufacturado que por primera vez, la película inquieta.


Alejandro Arranz

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