miércoles, 13 de mayo de 2015

Crítica de “Accidental Love”

-Un filme inclasificable en el peor de los sentidos. No hay donde hacer pie en esta especie de parodia satírica que resulta torpe, confusa y por momentos, horrible.

-El guión de Gore y Jeser tiene peor sentido del humor que un enfermo terminal. No hablamos a estas alturas de no hacer gracia, sino de exasperar al espectador.

La historia de este aborto de filme es larga y abrupta. El ahora “Enfant terrible” de Hollywood, David O. Russell, empezaba a rodar allá por 2008 este intento de sátira que imagino pretendía ser bien distinto de lo que ha sido finalmente. Por entonces uno de los directores mimados de la academia no había hecho la emocionante “The Fighter”, ni la encantadora “Silver Linings Playbook”, ni mucho menos “American Hustle”. De hecho fue en 2010 (año en que se estrenó “The Fighter”) cuando el director abandonó el proyecto por problemas con la productora, tras -aparentemente- haber completado casi todo el metraje después de múltiples parones y desavenencias en la producción. En 2014 los derechos sobre el film fueron adquiridos por otra productora, que la estrenó este mismo año con un montaje en el que el realizador no tuvo nada que ver. De hecho, está acreditado al pseudónimo "Stephen Greene”. Las críticas destrozan la cinta pero con Russell-Greene en la dirección y con un atractivo reparto encabezado por Jessica Biel, Jake Gyllenhaal, Catherine Keener o James Marsden -entre otros- no parece que pueda haber tantos problemas, así que uno lucha contra viento y marea para visionar esta disparatada sátira romántica sobre política. Los humanos cometen errores: Russell escribir y dirigir esta chapuza, la productora distribuirla, los cines exhibirla y un servidor visionarla.

La película no consigue ninguno de los objetivos que se propone, eso suponiendo que tuviera algunos como por ejemplo: hacer gracia, realizar una crítica social y política o resultar inteligente. Por otro lado sí que consigue diferenciarse del resto de películas del género o géneros a los que corresponde, aunque de una manera ciertamente negativa. Hay un desenfreno constante, un cantidad de delirio estúpido que es difícil de creer, el error es confundir eso con un sentimiento de diversión, el cual aparece -si lo hace- dos veces en los 100 minutos de metraje bochornoso y embarullado. El guión está escrito por la hija del amigo Al Gore, Kristin Gore (War Story), así como Dave Jeser (The Drawn Together Movie: The Movie!) y el propio David O. Russell. Y es un desastre absoluto, los diálogos son espantosos, intentan ser graciosos e incluso polémicos pero provocan vergüenza ajena, el malogrado injerto de crítica social no interesa a nadie, alguien no sabe jugar con la sátira, y por último el conjunto de lugares/situaciones es prosaico y aburrido. La dirección no es tampoco un lugar apropiado en el que refugiarse, pues es sorprendentemente poco sugerente y creativa. Si se piensa es algo traquilizador pues este trabajo es anterior a las grandes películas del director, de modo que no ha ido marcha atrás, suponemos que sigue en plena forma. Por último está el reparto, que si en principio parecía atractivo, a posteriori está bien claro que todo era una artimaña. El personaje de Biel no interesa absolutamente nada y su actuación no cambia esa circunstancia, Gyllenhaal está histriónico para mal (lo cual parecía impensable) y el resto de secundarios sólo hacen que reforzar lo malo de sus personajes.

Esta amalgama de géneros sin ningún encanto o cualidad reseñable se gana a pulso un sitio en el futuro top de peores películas del año de un servidor y desde luego un par de nominaciones a los premios “Razzies” (o anti-oscar). Es un filme cansino, hueco, bobamente esquizofrénico y que nos hace recordar aquellos días en los que la gente lanzaba tomates y todo tipo de miscelánea a los responsables de hacerles pasar un mal rato, ya fuera con una actuación musical, una obra de teatro, etc. Extrae algunos de nuestros instintos más primarios (odio, repulsión, agresión...) y en el proceso parece quemar varias neuronas del espectador, y desde lo más profundo de mi ser yo les ruego: Déjense de clavos en la cabeza, con películas así deberían añadir a la profesión de crítico de cine un plus de peligrosidad.


Alejandro Arranz

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