sábado, 23 de julio de 2016

Crítica de “La leyenda de Tarzán”

-Warner la arranca la esencia a Tarzán para crear un blockbuster de superhéroes tan mecánico, incompetente, irrisorio y sin alma; que uno prefiere ser atacado por un gorila antes que seguir en la sala.

-Construida sobre anacronismos. Esta película no tiene ni pies ni cabeza, tampoco tiene voluntad aventurera y su batiburrillo digital es muy feo.

El año pasado Warner Bros sufrió uno de los mayores fracasos en taquilla de todo el siglo. “Pan” de Joe Wright fue repudiada por la crítica y el público, tachada de película hortera, tediosa y tonta. El batacazo económico fue monumental, pero parece que Warner no aprendió la lección y se arriesgó a tropezar dos veces con la misma piedra. La existencia de esta nueva versión de Tarzán y el motivo de su apresurada producción (algo que se nota en cada fotograma) se deben al éxito arrollador de la versión de imagen real de “El libro de la selva”. El filme de Favreau gustó a todo el mundo, su fauna y su flora digitales recreadas con una atención al detalle sublime simplemente ayudaban a que la estupenda y conocida historia nos cautivara más aún. Y claro, Warner quería y necesitaba un huevo de oro de esos, así que recuperar a Tarzán era una decisión obvia. Hacerlo aprisa, con un CGI tan descuidado, un argumento tan poco concordante, un guión tan comercial y una necesidad de gustar a todo el mundo que acabara por no gustar a nadie; eso ya eran decisiones algo más dudosas. Pero antes de comenzar con el texto argumentativo, nombremos a los responsables primeros de esta nueva superproducción que llega a los cines de todo el mundo. Los cuatro guionistas encargados de traer de vuelta al personaje creado por Edgar Rice Burroughs son: Stuart Beattie, Craig Brewer, John Collee y Adam Cozad. El director designado para sacar adelante la propuesta es el competente David Yates, mundialmente conocido por dirigir las cuatro últimas películas de Harry Potter; y que se encargará también de comenzar la nueva trilogía de “Animales fantásticos y donde encontrarlos”. Por último tenemos a un atractivo reparto que lleve al público hacia las salas. Empezando por un hipermusculado Alexander Skarsgård y la infalible Margot Robbie y siguiendo con actores tan cualificados como Christoph Waltz, Samuel L. Jackson, Djimon Hounsou y Jim Broadbent -entre otros-.

No hay por donde salvar esta película, el desastre hace aguas por todos sus poros y apartados. Los guionistas han decidido pasar olímpicamente de “Tarzán de la Jungla” para contar una historia discordante sobre la liberación de esclavos en el Congo. Y no es sólo el argumento lo que no tiene ni un poco que ver con las aventuras pulp del personaje o con lo escrito por Burroughs. El verdadero problema es que hay viaje pero no hay ni una pizca de aventura durante el mismo. Lo único que ofrece esta versión es a Skarsgård mostrando sus pectorales a cámara lenta (no sólo los pectorales parecen pedruscos, su cara también) mientras suena la irritante música compuesta por Rupert Gregson-Williams, con algunas escenas de tiros de por medio, tan aburridas como mal realizadas. En 109 minutos de metraje hay muchísimas secuencias que no aportan absolutamente nada, constantes anacronismos y sinsentidos y líneas de diálogo tan absurdas y autocomplacientes que no te las crees. Y si con eso no fuera suficiente, la sensación de caricatura es constante. El humor lamentable forma parte de la sensación de estar viendo una “Buddy Movie” de acción, con el protagonismo y los chistes compartidos entre Skarsgård y el risible personaje de Samuel L. Jackson haciendo de si mismo. Al igual que Waltz hace de Waltz haciendo de villano, un villano que no hay por donde cogerlo. Porque el personaje más allá de estar desdibujado, está mal desdibujado si es que eso no es una redundancia en toda regla. Por último están el de Djimon Hounsou que existe sólo para crear el argumento de una posible secuela con tanto olor a telefilme que me asusto, y el personaje de Jane, que ha cambiado para resultar tan complaciente como incoherente y aplastantemente fallido. Pero lo peor no es que en pleno siglo XXI no nos demos cuenta de que convertir a todos los personajes femeninos en seres independientes, valientes y luchadores; eliminado cualquier tipo de diversidad, es algo tan aburrido como cínico. Lo peor es que la química entre estos Tarzán y Jane es tan estéril como artificial se siente la película. Por último hablar de unos efectos especiales bastante regulares y en los que el filme se apoya constantemente. Aunque la mayoría de animales están bastante bien recreados, casi todos los escenarios y fondos cantan horriblemente a “chroma key”, incluso cuando Yates se sirve de los desenfoques.

Así pues y sin darle muchas vueltas o ponerme a parir todos y cada uno de los elementos individuales, les digo que Warner vuelve a tropezar con la misma piedra tras comprar todas las papeletas para hacerlo. David Yates empaña su currículum de competente director de encargo, debido a una cinta torpe, apresurada, vacua, complaciente y manufacturada. “La leyenda de Tarzán” tiene un ritmo adecuado que permite no sufrir demasiado durante 109 minutos, pero todos sus demás apartados desde guión a reparto, son desastrosos. Está mal enfocada desde el planteamiento argumental, está rodada con prisas innecesarias, mal ensamblada y vendida como algo que no es. Porque esta no es una película de Tarzán, es una película condescendiente, lánguida y cobarde sobre un superhéroe con los poderes de un Aquaman o un Antman africano y la vida y los traumas de Batman. Dejando atrás el espíritu aventurero, alegre y libertino del personaje para convertirlo en un antihéroe superheroico post-Nolan. Y hay una cosa que tengo bien clara, Tarzán no es un héroe de acción.


Alejandro Arranz

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