miércoles, 18 de noviembre de 2015

Crítica de “Sicario”

-Un thriller sobre el narcotráfico de muy alto nivel. Falta brillantez en el primer tramo pero la curva de intensidad aumenta paulatinamente. Técnicamente es irreprochable.

-Música, fotografía, dirección, reparto e incluso un guión con recursos. Dan igual las pegas, “Sicario” te mantiene pegado a la butaca, juega contigo y en el último asalto te golpea durisimo.

“Prisioneros” fue algo fascinante. Aunque el director sorprendió mucho con “Incendies” y obtuvo muchísimas atenciones (tanto buenas como malas, si es que existen de las segundas) por la somnífera “Enemy”, fue con ese tenebroso thriller Fincherniano mencionado al príncipio con el que se ganó por completo a la crítica y al público. Era una película compleja, oscura, escalofriante, hermosa a su manera, con un excelente guión, una dirección soberbia y unos actores muy buenos en estado de gracia. Por tanto, todos esperábamos ansiosos su nueva obra, “Sicario”. Un emocionante thriller sobre el mundo de la droga con un reparto de ese calibre no es algo que se pase por alto y mucho menos si lo dirige un señor con un futuro tan brillante en el horizonte. El guión lo escribe el debutante y actor Taylor Sherindan (“Sons of Anarchy”) y el increíble reparto del que hablaba lo encabeza un trío de ases: Emily Blunt, Josh Brolin y Benicio del Toro. Seguidos de una larga lista de secundarios entre los que encontramos a: Victor Garber, Jon Bernthal, Daniel Kaluuya, Maximiliano Hernández y Dylan Kenin. Estos son sólo algunos de los excelentes profesionales que trabajan en una película que muchos ya incluyen en sus listas de mejores del año. Dicho ésto no queda sino entrar a debatir si lo nuevo de Denis Villeneuve está destinado a perdurar o quedará en la memoria hasta tan solo unas horas después de su visionado.

Creo que he de ser muy directo al hablar de esta película, independientemente del supuesto orden establecido para plasmar una reseña filmica de este tipo. “Sicario” es una película que cuenta algo manido hasta la extenuación, en muchas ocasiones sigue la fórmula sin salirse lo más mínimo del camino habitual e incluso tiene problemas, no sólo fallos de relativa importancia en la historia sino también subtramas demasiado vistas y falta de desarrollo en temas interesantes. Sin embargo y teniendo muy en cuenta lo que acabo de decir, estamos ante una película arriesgada, siniestra y demasiado brillante en sus partes álgidas como para ser pasada por alto. Roza la perfección en muchas escenas y da la impresión de que un segundo visionado convertirá la simple solidez de la primera hora en algo mucho mayor. En todo momento se me vienen a la cabeza “Traffic” de Soderbergh, “Zero Dark Thirty” de Bigelow e incluso la infravaloradísima “The Counselor” de Ridley Scott. No radiografía -por ejemplo- el mundo de la droga de igual manera o se preocupa tanto en reflexionar como la primera, tampoco puede lograr lo que hizo Bigelow en su extraordinario filme (técnica y conceptualmente), ni por supuesto tiene el sofisticado grueso trazo de los textos de Cormac McCarthy; pero muchas escenas y algunos temas si resuenan a esas tres excelentes obras. Sin embargo “Sicario” desarrolla más su faceta de thriller vertiginoso apoyado en una técnica apabullante y en temas como la ambigüedad, la alegalidad, los límites, la corrupción, etc. La primera hora y veinte, puede presumir del sumo academicismo de todos sus apartados: de un guión inteligente con algunos diálogos magníficos, de una dirección vigorosa y enérgica, de una fotografía impresionante de Roger Deakins (“Prisioners”, “No es país para viejos”), de una banda sonora asombrosa y perfectamente funcional de Jóhann Jóhannsson (“Foxcatcher”) y como no, de unas actuaciones de premio. Es curioso que contrariamente al tramo final, en esa primera hora se huya de la violencia explícita para centrarse en las consecuencias de ella y en especial en las víctimas que produce. El guión de Sheridan tiene muchas cosas buenas, pero entre sus problemas encontramos algunos personajes poco realistas o no del todo bien construidos. Si comentamos paralelamente actuaciones y personajes, el personaje de Del Toro mantiene el misterio de forma estupenda y conforme vamos descubriendo cosas sobre él, más hechizante es su interpretación, la mejor de las tres. Brolin está fantástico y rezuma carisma en ese odioso y muy bien definido personaje, tan misterioso como el de Del Toro. El problema lo encuentro en el personaje de Blunt, porque aunque la actriz está de premio (en especial en la última escena), su personaje no me acaba de convencer: está demasiado en su extremo, demasiado centrado en cumplir una función arquetipica dentro de la sencillez de la trama inicial. No obstante ella lo hace tan bien y el público actualmente demanda tanto ese papel de mujer fuerte lista para patear traseros, que a pocos les importará si cuadra dentro de esa historia, o incluso si en realidad ha sido una decisión estudiada dilatadamente por director y guionista.

Por tanto y volviendo al tema principal, tenemos esa primera hora y algo en la que visionamos una buena película, repleta de virtudes, con ciertos problemas propios del género y con algunas escenas escalofriantemente potentes en las que el director vuelve a demostrar que es un maestro manteniendo la tensión (la escena del convoy es pura dinamita). Pero en esos tramos a la cinta le falta el genio -la fascinación si se prefiere- que nos hechizaba en “Prisioneros”, ese riesgo que Villeneuve había demostrado en todas sus obras, como si en esta ocasión Hollywood hubiera absorbido parte importante de su personalidad como cineasta. No se dejen engañar, todo es un truco de cartas de un director especialista en jugar con el público y que finalmente logra otra mano ganadora. Porque los 40 últimos minutos de “Sicario” son portentosos, arriesgados y estremecedores. La película te golpea con una fuerza indescriptible, convirtiendo lo que antes era mero oficio en poesía visual, sonora, textual, etc. Como los buenos magos, Villeneuve reserva lo mejor para final y esos 40 prodigiosos minutos desembocan en un desenlace único en buena parte, sobrecogedor, poseedor de un realismo trágico tan chocante que seguramente se pasen días reflexionando sobre su final. Es una conclusión muy arriesgada, que desegradará a buena parte del público y que irónicamente resulta totalmente contraria al edulcorante final hollywoodiense de “Traffic”.

Llegamos de nuevo a este punto, y no queda sino decir que aunque lo que cuente esté trillado, o que nos hallamos cansados de subtramas de venganza o personajes vagamente desarrollados para cumplir una función narrativa; lo importante en esta ocasión es la forma en la que está contada esta historia. Y en dos horas jamás he apartado la vista de la pantalla, he devorado está emocionante fábula -o crónica- pesadillesca que nos ha traído Villeneuve y he descubierto que no es tanto una película sumamente irregular como podrían dar a entender mis palabras, sino un filme que funciona como un todo muy bien compensado aunque desde luego caótico e imperfecto, que empieza bien y mejora conforme avanza hasta acabar en la cúspide del género. Es como ese reloj que menciona el personaje de Del Toro, de mecanismo complejo e incluso incomprensible en un principio, pero desde luego eficiente como el que más. “Sicario” puede parecer simple y puede parecer inofensiva, y sin darte cuenta acabarás dentro de un inteligente y complejo laberinto que te obligará a luchar para salir. Háganme caso, merece la pena.


Alejandro Arranz

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