lunes, 16 de mayo de 2016

Crítica de “The Witch”

-Una verdadera película de horror que lleva al género a un nivel atmosférico pocas veces alcanzado. Eggers logra una ópera prima realmente aterradora.

-No es una película para el gran público y por ello me alegro. The Witch es terror a la altura de Friedkin y otros grandes.

Era esta apuesta por un género que llevo años detestando la que me faltaba para acabar mis listas de mejores y peores del año pasado. La crítica la elogiaba por encima de la misma lógica y el público se reía de ella. Lo primero bien podía ser como tantas y tantas cintas de terror que llegan hinchadas por la crítica y resultan ser nefastas, como por ejemplo “La Mujer de Negro” o el remake de “Evil Dead”. Lo segundo tampoco era mucho de fiar, los jóvenes de hoy en día se ríen de “El exorcista” mientras quedan asustados y fascinados por la trigésima parte de “Paranormal Activity”. Al fin llegó el momento de entrar y ver el filme con mis propios ojos. Y tras apagarse las luces un debutante de nombre Robert Eggers me llevó a un lugar en el que alguna vez estuve pero que ya no recordaba, un lugar que daba miedo. En los claroscuros de la fotografía de Jarin Blaschke, no sólo encontramos la obsesión, el pecado y la culpa; encontramos uno de los horrores más puros y sin adulterar de un género que parecía prácticamente perdido y acaba de renacer con la fuerza de un huracán. Prepárense para una experiencia inquietante y auténtica, si son dignos de sentir la fuerza de los textos provenientes de leyendas inglesas y de los espeluznantes cantos del bosque perfectamente confluidos con la música y las hermosas y tenebrosas imágenes que capta la cámara del director; van a sentir algo que parecía olvidado, verdadero terror, y va a merecer la pena no dormir en los días posteriores.

La primera gran decisión del guionista y director es construir su película sobre la coherencia y el detalle histórico. Formulando esa especie de fábula rural de época, alrededor de la cultura, las creencias, la forma de hablar (obligada la versión original), las costumbres y la forma de vida de esos peregrinos calvinistas. Es una decisión arriesgada y claro está que la mayoría del público ni se percatará ni le dará mayor importancia, aunque sea más que evidente que la tiene. A partir de ahí es donde el habilidoso director construye su atmósfera sucia, asfixiante y tenebrosa, donde cocina su historia de terror a un delicioso fuego lento mientras desarrolla las relaciones de los personajes. Y el terror psicológico a pesar de lo que digan muchos de mis compañeros, forma parte de la ecuación. Esa obsesión malsana con el pecado, el infierno, la mentira; que va destruyendo la familia desde dentro. Pues aunque casi siempre se busque dejar clara la exterioridad del mal, el guión acude al interior de esos personajes para hablarnos de la maldad que existe en todos nosotros. Y en ese sentido aunque el guión contenga tesituras vistas anteriormente, la forma de afrontarlas del director transmite la sabiduría y la creatividad de un autor muy prometedor. Y lo mejor es que más allá del detalle histórico y sociológico, de la atmósfera malsana/opresora y del terror psicológico, se esconden las escenas de terror puro. Pueden contarse con los dedos de una mano, lo que no me disgusta, lo importante es el efecto que causan; y os puedo asegurar que no os las quitaréis de la cabeza fácilmente. En ellas todos los apartados confluyen a la perfección y la experta dirección de Eggers alcanza su climax en una sobrecogedora armonía entre belleza, hipnosis y una calidad de escalofríos milagrosa. Y es que debo decir que el trabajo del director es impecable en todos los sentidos, dando forma a una puesta en escena ejemplar, logrando aunar géneros, temas, sensaciones y apartados con suma inteligencia y exprimiendo al máximo a un reparto que resulta creíble en todo momento. Todos los actores están fantásticos, pero lo mejor es el descubrimiento de Anya Taylor-Joy, una joven actriz de talento desbordante a la que habrá que seguir con atención. Por último he de decir que el desenlace (no independiente, sino como punto final de toda la estructura precedente) es una de las escenas más hechizantes que he tenido el placer de visionar.

Ha sido una crítica breve, no he hablado ni de la mitad de las cosas que querría sin destripar detalles del filme, y aún así hay infinidad de cosas de las que me gustaría hablar entrando en detalles. Pero es lo que hay. Mi tarea es conseguir que vayáis a ver “The Witch” a vuestro cine más cercano (insisto lo de VOSE), porque es casi seguro la mejor película de terror del siglo. Robert Eggers no ha creado una película de terror al uso, ha creado una película de terror de verdad. Brillante, inquietante, bella; una joya.


Alejandro Arranz

3 comentarios :

  1. Magnífica crítica, sí señor! Al final vais a conseguir que vuelva a verla, esta vez en versión original!

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  2. Muchas gracias y no te lo pienses dos veces, en original es impresionante.

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  3. Menuda película. Creo que hay dos clases de películas lentas; las lentas que te duermes y las lentas que quieres más y más por muy lentas que sean. Ésta es de las últimas. Una maravilla vamos.

    Saludos.

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