sábado, 6 de febrero de 2016

Crítica de “The Revenant”

-Estamos ante la experiencia física de la temporada, una fábula que desgarra tu cuerpo pero no tiene alma.

-Técnicamente no tiene rival y habría que estudiarla en las escuelas. DiCaprio y Hardy completan dos interpretaciones sensacionales, duras e imborrables.

Seamos sinceros, “Birdman” le dio a Alejandro González Iñárritu carta blanca para hacer lo que quisiera después. El cineasta mexicano quiso ponerse a prueba (a él mismo y su ego) y destripar en su nueva película la esencia más primitiva del cine. “The Revenant” es pureza cinematográfica absoluta, una experiencia física para ver en la pantalla de cine más grande posible. Iñárritu y Mark L. Smith (“Habitación sin salida”) adaptan libremente una parte de la novela de Michael Punke y convierten ésta en una sangrante y lacerante aventura de supervivencia y venganza, donde prima el silencio. El director llama a su amigo Emmanuel Lubezki para que lleve a cabo un trabajo realmente arduo, se habla de ir a lugares lejanos (perdían la mayor parte de la jornada de rodaje en desplazarse hasta ellos), trabajar en condiciones muy dificultosas y rodar la película enteramente con luz natural, y es que con esa dependencia de la naturaleza, no debes permitirte fallar ni que lo haga nadie del equipo, la tensión podría cortarse con tijeras en el set. Para redondear una propuesta de la que se lleva hablando desde finales del 2014, está un reparto que quita el hipo. Un Leonardo DiCaprio que se decide a ir aún más lejos a la caza del Oscar, tanto que el plano final del filme es toda una declaración de intenciones, después está Tom Hardy, que lleva toda su carrera siendo impresionante, y para culminar unos secundarios de auténticos lujo, como por ejemplo: Domhnall Gleeson, Will Poulter, Forrest Goodluck y Paul Anderson. La película ha arrasado entre crítica y público, que ya la consideran un clásico instantáneo, además se ha convertido en el mejor estreno del 2016 hasta el momento. Me pregunto, ¿Se merece esos honores?

Comienza con una escena inicial extraordinaria. Iñárritu como hicieran Spielberg en “Salvar al soldado Ryan” o Scott en “Gladiator”, decide empezar fuerte, con una batalla. Y en este caso hablamos de una batalla sucia, con grandes cantidades de sangre y barro mezclados, inesperadas flechas a la yugular, cortes de tendones y gente arrastrándose; un conjunto de muertes horribles y rastreras rodadas con una brutalidad ultrarrealista a través de un plano secuencia que sirve como ideal cuadro descriptivo de la contienda y -paralelamente- como retrato de un momento y un lugar en el que se desarrollará la historia venidera; 1983, en las profundidades de la América Salvaje. Tras esta locura llega una calma momentánea, donde se les da ciertas pinceladas a los personajes, a pesar que estos sean meros arquetipos que vayan a sufrir una evolución más que previsible. El viaje comienza realmente con la famosa escena del ataque del oso, una larga escena que duele muchísimo, creada por unos expertos artesanos en los efectos visuales y también de los efectos sonoros, capaces de que se escuche cada hueso roto; es una escena de auténtico prodigio, que pasa automáticamente a los anales del cine junto con el ataque del Xenomorfo en “Alien el octavo pasajero” o el del Tiburón en el filme de Spielberg. La diferencia es que de aquella se mostraba lo menos posible estimulando la tensión y aquí la gracia está en mostrarlo todo. A partir de aquí la cinta se convierte es un western de supervivencia de pocas palabras y con la naturaleza como un personaje más, con rasgos que recuerdan a “Jeremiah Johnson” o “Jauja” pero con mucha más crudeza y violencia, y sin la excelencia conceptual de ninguna de ellas. El realismo documental es en muchos aspectos una gran decisión, por ejemplo como modo para narrar un periodo tan oscuro de la historia americana, por otro lado la gente sensible no podrá ver la película, que contiene una violencia explícita y un DiCaprio que transmite lo más cercano al sufrimiento real que vayan a encontrar en un cine. De este modo el protagonista vive un infierno continuo en busca de venganza. Como espectador veo a un grandísimo DiCaprio en casi permanente -y muy cerrado- primer plano y constante supuración de mocos, sangre y saliva; también disfruto de la belleza pasmosa de un apartado visual imponente, pero casi en ningún momento siento nada con respecto a lo que ocurre, pues la capacidad de transmisión emocional de la cinta es prácticamente nula; así pues aunque visualmente hermoso y técnicamente irreprochable, la inanidad del conjunto es manifiesta e imperdonable. La dirección de Iñárritu es excelente también en lo técnico, consigue unas cuantas escenas magníficas e inolvidables y encuentro bastante influencia de Tarkovsky en las composiciones de los planos. La fotografía me parece superior a la realización, Lubezki trabaja aún mejor cuando la taréa se complica a este nivel y saca el máximo partido de los ambientes, la luz, los colores, etc. Se reafirma como el mejor director de fotografía actual.

Sin embargo Iñárritu y Lubezki dan forma a escenas y ciertos momentos metafísicos que emulan a Malick sin buenos resultados, no lo hacen sólo en términos de estilo (recordemos que Lubezki es colaborador habitual del cineasta de Illinois) sino también en relación a esa postura panteista tan Malickiana de que dios y la naturaleza son la misma cosa; estas escenas tan grandilocuentes me sirven de ejemplo ideal para explicar lo que ha hecho Iñárritu con “The Revenant”. El director logra perfeccionar la técnica pero para ello cercena el contenido a su estado más primario, el guión es simplista y al igual que su bonito apartado visual está demasiado vacío y carente de vida. El libreto habla sobre la invasión y robo por parte del hombre blanco de los territorio de los aborígenes y en especial retrata la oscuridad del hombre, su crueldad y egoísmo; acudimos a una animalización del ser humano, colocando a éste como el animal más peligroso de todos, que es malo a pesar de su racionalidad y no coexiste con otros animales, ni con la naturaleza, ni con su propia especie. Al margen de esto debo criticar negativamente el montaje y el ritmo de la película. No tendría nada en contra del montaje si no fuera porque el metraje se alarga de manera más que innecesaria hasta unos 156 minutos de duración en los que redundan y se subrayan (o se estiran, lo que ustedes prefieran) la mayoría de ideas del guión. Es curioso que el ego del que hablaba Iñárritu en “Birdman” se sienta tanto en su nueva película, no sólo en la realización, sino también en la decisión de no cortar metraje. Entiendo que al director le costó mucho su trabajo y que ha quedado más que contento, pero cuando las cosas no aportan a mayores, hay que dejarlas en el tintero. Mi otro problema va directamente relacionado con éste último, y es el ritmo. Un ritmo irregular que se ve afectado tanto por las pausas metafísicas como por el metraje, y que ofrece algunos tramos que le exijen todo un esfuerzo al espectador para no mirar el reloj, o en caso de no estar acostumbrado a este tipo de cine, para no desplomarse en la moqueta. Tan solo me queda hablar de la segunda grandeza importante de “The Revenant”, el reparto. DiCaprio sufre, se arrastra, segrega fluidos, nada, salta, cae, se levanta, es atacado por un oso, duerme dentro de caballos y come animales crudos para alzarse con la estatuilla que tanto ansía, ha completado trabajos mejores aunque éste le da una mayor seguridad de victoria debido a la dificultad y al compromiso límite que ha llevado sobre los hombros en esta ocasión; sigo prefiriendo a Fassbender en “Steve Jobs” pero levemente, y tampoco me molestaría que finalmente ganara DiCaprio. Por otro lado está Hardy, su actuación vuela muy por encima del arquetipico personaje que interpreta, el actor le aporta complejidad y matices y en algunos momentos me atrevo a decir que se come a Leo, es lo que tiene ser uno de los mejores, el Oscar se lo merece tanto como Fassbender o DiCaprio, pero tendrá que competir con Ruffalo. Por último quisiera elogiar el trabajo de Domhnall Gleeson, un actor sutil que continúa entregando actuaciones estupendas.

Tras tanto bombo, elogios desmedidos y premios constantes veo “The Revenant” y creo que está terriblemente sobrevalorada debido a que algunos de sus apartados son portentosos. El cine es un conglomerado de técnicas, ciencias, artes, equipos e ideas con un objetivo común. El guión, la dirección, la banda sonora, el CGI, el arte, la fotografía, los decorados, el vestuario, los actores; todas esas herramientas deben funcionar conjuntamente para crear una gran película. Aquí me encuentro con una obra desarticulada, en la que no casan sus diferentes géneros y ambiciones. Por un lado una venganza con aires de grandeza y un espiritualismo impostado cuya ampulosidad sólo intenta ocultar las carencias de la propuesta y por otro una aventura de supervivencia ultrarrealista que retrata un periodo sangriento y a un ser humano despiadado y nocivo. Sé que visualmente es insuperable, puedo disfrutar de su belleza formal pero ésta casi nunca va más allá, no comunica nada; también la elogio como experiencia física brutal de técnica imparable que no volveré a disfrutar en una pantalla grande, pero tampoco es algo puro, pues se rompe continuamente con esa artificiosa poesía metida con calzador. Creo que su mensaje ecologista es sólido e inteligente, es una parte de concepto que me interesa, Iñárritu la resuelve bien en el subtexto del guión y mediante metáforas visuales. “The Revenant” me recuerda a Gravity, porque aquel año todos estaban hipnotizados por ella y yo creía que no tenía guión, la diferencia es que lo nuevo de Iñárritu tampoco es capaz de transmitir emociones en la mayor parte del metraje y “Gravity” sí lo era, zanjada la comparación me viene otra con “Avatar”, que también estaba nominada y excepcionalmente elogiada y tampoco tenía nada que decir. Además tienen otras cosas en común, su mensaje ecológico, aunque el de la película de James Cameron es endeble y éste no, y que ambas recuerdan bastante a “Bailando con lobos” sin nada de la poesía y el lirismo de aquella. “The Revenant” tendrá muchos adeptos incondicionales que la defenderán a diestro y siniestro pero no se puede hacer una gran película sólo con un increíble apartado visual y buenos actores. Que curioso que esas dos cosas sean precisamente de lo que viven los “blockbusters” que criticaba el director en “Birdman”. No me importa que en un caso sea artesanía y en otro CGI, el cinismo no entiende de gamas.


Alejandro Arranz

2 comentarios :

  1. Chapeau! Creo que has dado en el clavo totalmente con esta crítica. Estoy de acuerdo con casi todo lo que dices, de hecho si lees mi opinión (en http://dentrodelmonolito.blogspot.com/2016/02/el-renacido-alejandro-g-inarritu-2015.html), verás que coincidimos bastante. Enhorabuena.

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  2. Estoy de acuerdo en lo de que se debería recortar metraje, hay planos que son innecesarios, sobre todo con tanta repetición paisajes una y otra vez... eso me hizo bostezar... y hacen que la narración sea inapropiada para la historia, lo bueno es que la acción me hizo recuperar el interés.
    Hecho de menos un poco más de tensión en relación a la propia supervivencia, quizá me hubiese gustado más que no fuese tan explícita (aunque ese sea uno de los propositos del la peli), había elementos varios para jugar un poco con la incertidumbre del futuro que le esperaba a Hugh Glass (Leonardo DiCaprio) tras ser abandonado y posteriormente en su aventura. Pero eso no hace que en general no la considere una gran película :)

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