jueves, 10 de noviembre de 2016

Crítica de “Blair Witch” (2016)

-Ésto no es una secuela, es un remake calcado del original. Pero donde antes había ingenio, singularidad y atmósfera; ahora solo hay ruido. Wingard no tiene nada que contar.

-Un colmo de chorradas, redundancias y tediosos efectismos. En vez de quitarme el sueño, me lo provoca.

No soy un gran admirador de The Blair Witch Project, pero entiendo lo que significó para el género y como funcionó como precursora de una generación, también elogio que sea una película de terror en la que se estimula la atención por la atmósfera, los personajes y el “folklore” de los bosques de Maryland. Así pues, la película del 99 la veo como un curioso experimento poseedor de las virtudes que el género hace tiempo que perdió. Y aunque parece que el género no quiere aprender, también parecía que el público estaba listo para volver a buscar a la bruja de Blair. Adam Wingard y Simon Barrett son los encargados de volver a llevarnos hasta los bosques de Maryland con una absurda excusa argumental que además desaprovecha sus posibilidades. La carrera de éstos dos había ido en ascenso gracias a títulos de lo más extraños e interesantes, véase The Guest o You're Next, pero como vengo a contaros, Blair Witch es un duro golpe para una filmografía que estaba lejos de asentarse.

El efecto sorpresa y la brutal campaña de marketing son dos aliados con los que esta secuela no cuenta, y ambos fueron primordiales para hacer que The Blair Witch Project se convirtiera en algo cercano a una película de culto. Pero bueno, saltemos directamente a la película. Wingard y Barrett siguen exactamente todos los pasos de la cinta original pero duplicando cada escena sin ninguna habilidad y con exceso de ruido insustancial. De modo que aparte de ser previsible, elimina todo rastro de elaboración atmosférica o interés por sus personajes para sustituir esas virtudes de la original por la insoportable truculencia de la que carecía. La novedad la traen los nuevos métodos de grabación (drones, minicámaras, etc) que ayudan a dar forma a una realización lamentable, irritante y que en el último tramo se entrega totalmente a su desesperación por mostrar más que su predecesora. El trabajo interpretativo que funcionaba en la primera, aquí es muy pobre y no me preocupan ni un poco los personajes, que no actúan de forma coherente a sus desdibujadas personalidades y además son terriblemente idiotas. Porque si a ustedes como a un servidor les molestó la tontería del mapa de la película de 1999, aquí los despropósitos se suceden a espeluznante celeridad. La mayor de las ovaciones se la lleva por supuesto el trabajo de sonido, puro ruido sin destilar del que aún me duran las jaquecas.

Es probable que a los chavales de ahora les guste más que la original puesto que “enseña más” aunque sólo sea en el tercio final. Además entre gritos y cortes de cámara, experimentarán lo que las nuevas generaciones conocen como terror, que es la suma de movimientos rápidos, bichos feos y algún golpe de sonido. Tendría que revisionar la lamentable El libro de las sombras: BW 2 para saber cual de las secuelas es peor, aunque la verdad es que no andarán muy lejos. Lo que sé a ciencia cierta es que Adam Wingard en su intento de homenajear (o mejorar...) la historia de la bruja de Blair, ha llevado al género hasta uno de sus peores niveles. Quisiera decir que Blair Witch es solamente una película insoportable en la que quiero que mueran todos los personajes rápido para irme a casa, pero la verdad es que está muy cerca de ser el paradigma de lo que no debe hacerse en el género. Un desastre.


Alejandro Arranz

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