lunes, 14 de noviembre de 2016

Crítica de "Jack Reacher: Nunca vuelvas atrás"

-No es lo suficientemente emocionante para lo estúpida que es. Ni sus responsables saben de qué leches va la película. Los últimos 30 minutos son peores que Guantánamo.

-Cruise sigue siendo un Reacher efectivo, pero ni él puede arreglar el desastre. Smulders sigue con su registro, está correcta y no importa casi nada.

La primera Jack Reacher (2012) tuvo muchas críticas negativas, pero yo me lo pasé demasiado bien. Tom Cruise se comía la función como el duro personaje de las novelas de Lee Child, en una película de acción tan deliciosamente autoconsciente como solvente. La sólida labor de Christopher McQuarrie le valió el puesto de director en la última aventura -por el momento- de Ethan Hunt. Y estaba claro que habiendo funcionado la primera parte, no se haría esperar otra aventura de Jack Reacher, así que para la secuela el Cruise productor ha elegido como director a Edward Zwick, que ya le dirigió en El último samurái. El guion corre a cargo del propio Zwick, de Marshall Herskovitz (El último samurái) y Richard Wenk (Los siete magníficos 2016). Por desgracia en el reparto no repiten Rosamund Pike ni Richard Jenkins, en su lugar tenemos a Cobie Smulders, Danika Yarosh y Aldis Hodge -entre otros-. Veamos ahora la razón por la que queremos volver atrás, es decir, olvidar qué hemos visto esta secuela.

La película empieza bien, con las escenas que ya hemos visto en los trailers. En cuanto entra en juego la conspiración o lo que sea que ocurre, va volviéndose más confusa, más tonta y peor hecha. La dirección es absurdamente sosa, el guión técnico parece ideado con un manual al lado y el rodaje al completo parece llevado a cabo por una segunda unidad, o una tercera o cuarta, o quizás Zwick le dejó la cámara a su sobrino o a algún extra que pasaba por allí. Algunos dicen que el cineasta aporta oficio, a mí todo me tira hacia la desidia y no queda duda de que es su peor trabajo. Pero que conste que el mayor problema que tengo con la película no es la dirección ni mucho menos. El guion es muchísimo peor, empezando por la trama, una desfachatez sin sentido que avanza a base de previsibles clichés y tonterías varias, y que además se resuelve con un giro de guion que no sabes si reírte o cerrar los ojos. De hecho Never Go Back parece más que nunca una película de Cruise corriendo. En círculos, en zigzag, al trote y demás. Las escenas de acción y las persecuciones son uno de los problemas más evidentes. La mayoría están metidas con calzador en lugar de tener alguna coherencia narrativa, aparte no tienen ritmo, el montaje es torpe y lo del raccord hay que verlo para creerlo. Sinceramente, hay escenas que seguramente intentan aspirar a récords de idioteces por fotograma o algo por el estilo. Así pues, el guion ofende a todos los niveles: la estructura narrativa, las subtramas, los elementos principales, los personajes, el villano, los diálogos, etc. Tom Cruise sigue funcionando bien en la piel de Reacher (el vehículo de lucimiento canta más y funciona menos) pero no es suficiente ni de cerca. Todo queda claro con la sensación final, pues la conclusión se alarga más y más hasta que al fin llegan los créditos, y con ellos llega también el alivio.

Hollywood ofrece otra secuela dañina. Never Go Back varía su condición desde soso producto manufacturado hasta porquería sin remedio. Ni siquiera sé como Lee Child se digna a volver a hacer su cameo en esta secuela. Cruise, que sigue atando en corto una segunda juventud que tiene miedo se le vaya de las manos, sale bien del desaguisado. Al final el espectador saca algo en claro: a veces la testosterona puede ser divertida, otras es sencillamente lamentable.


Alejandro Arranz

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