domingo, 6 de noviembre de 2016

Crítica de "Sully"

-Una gran película americana y una gran película humana. Clint vuela a una altura notable y al final del viaje los pasajeros felicitamos al piloto y al resto del equipo.

-Un filme tan clásico como rigurosamente moderno. Eastwood se introduce en las escenas que otros desecharían, Hanks se redime tras Inferno con una interpretación increíble.

A poco que me conozcáis o leáis, sabréis que en mi calendario cinéfilo la fecha más importante del año es el día en el que Clint Eastwood estrena película. También he aclarado ya en muchas ocasiones que siempre defenderé que los cineastas continúen dirigiendo a pesar de hacerse mayores, pues como Clint, yo también creo que la edad solo significa tener más arrugas. Ya saben, experiencia divino tesoro. El 2014 fue bastante polémico para el director californiano. Fue curioso ver como probaba suerte con el género musical en Jersey Boys, pero resultó una cinta muy menor. Por otro lado su American Sniper recibió tantas críticas negativas como positivas, y fue la película más taquillera de toda la carrera de Eastwood como director. Personalmente creo que el filme protagonizado por Bradley Cooper no se entendió de la forma correcta, porque lejos de la hagiografía estaba el retrato de un personaje ambiguo y contradictorio dentro de un acontecimiento bélico enfocado desde una postura antibelicista. Aún así las torpezas del guion sí dejaban algunas dudas más que razonables. En 2015 no tuvimos película de Eastwood, así que este año tocaba. El director de Mystic River nos trae la historia real del piloto aéreo Chesley Sullenberger, que en 2009 se convirtió en un héroe cuando, al poco de despegar, su avión se averió y logró realizar un aterrizaje forzoso en pleno río Hudson, con 155 pasajeros a bordo. El guion de Todd Komarnicki (Seduciendo a un extraño) está basado en las memorias del propio Chelsey Sullenberg. Para interpretar al piloto tenemos a Tom Hanks, en la extensa galería de secundarios encontramos a: Aaron Eckhart, Laura Linney, Anna Gunn, Sam Huntington y Jerry Ferrara -entre otros-. Veamos si Eastwood ha vuelto con fuerza o si ha tenido que realizar un aterrizaje forzoso.

Seguramente Sully sea la película que más guste de Eastwood desde Gran Torino. Puede que también fuera la mía de no ser porque J. Edgar surgió como algo atrevido, complejo y fascinante; por mucho que la gente se empeñara en no mirar más allá del dichoso maquillaje. Sea como fuere el dúo Eastwood-Hanks funciona tan bien o puede que incluso mejor de lo que podíamos esperar. Tras una primera escena brillante, a la película le cuesta un poco despegar, las primeras páginas del guion me resultan erráticas. Pronto la película coge altura y casi no se notan turbulencias en el resto de vuelo. Eastwood estructura una narración precisa e impecable, nos mueve entre la infancia de Sully, su presente y otros futuros posibles. En el espacio acudimos a pequeñas pero importantes conversaciones en taxis, paseos callejeros de madrugada, llamadas telefónicas a la familia, el típico trago en el bar, etc. El director vuelve a enfrentarse tras Hereafter a una especie de juego con las historias cruzadas, logrando que conozcamos a la mayor parte de la gente que estuvo relacionada con el accidente y rescate del vuelo, pudiendo vivir esos 208 segundos desde todos los ángulos posibles. La película se revela como un contenido y magnífico tributo a todos esos profesionales que sólo hacen su trabajo. Pero Sully también es una película sobre el miedo post 11-S, sobre la serenidad (del personaje de Sully) frente al sensacionalismo (de la prensa), sobre la duda (anterior y posterior al amerizaje) y la necesidad del factor humano en un mundo dominado por las máquinas. Una disección honesta de la figura del héroe y un excelente estudio de personajes, en especial el retrato del interpretado por un Hanks que se merece todos los aplausos. Porque de nuevo como heredero de James Stewart, Hanks es ese buen americano medio dispuesto a hacer lo que debe. Y ningún otro actor tiene su insólita capacidad para humanizar con semejante calado introspectivo y abanico emocional, a esos personajes de los tiempos de Capra, Ford o Robert Mulligan. No me olvido por supuesto de los secundarios, donde destacan una estupenda Laura Linney y un Aaron Eckhart en estado de gracia, un competente secundario para el que reclamo más papeles representativos.

El maestro Eastwood ha vuelto con una de las mejores películas que he visto -por el momento- este año. Su cámara es tan sutil, observadora y efectiva como siempre; y se reafirma que nadie puede narrar una historia como él, que con 86 años continúa demostrando que las arrugas son un signo de experiencia y pericia, nada más. Tom Hanks es uno de los actores que mejor ha funcionado en colaboración con Eastwood, el cineasta sabe aprovechar los infinitos recursos que el intérprete posee y Hanks sorprende en cada plano con un trabajo que seguro le hará optar -de nuevo- al premio de la Academia. Sully no es el maestro a su mejor nivel, pero es una recomendación en toda regla y una confirmación de que si los maestros dejaran de hacer cine, nos perderíamos trabajos de gran interés.

Alejandro Arranz

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