-Aunque es aburrida durante la segunda mitad, la fuerza de sus momentos álgidos no pasa desapercibida. Cooper aprueba tras las cámaras.
-Lady Gaga entra en el mundo de la interpretación por todo lo alto, imposible no reconocerlo.
Hace unos siete años se anunció que Clint Eastwood y Beyonce estaban en conversaciones para dirigir y protagonizar respectivamente el nuevo remake de A Star is Born. Esta sería la cuarta versión del famoso drama dirigido por William A. Wellman en 1937, que en 1954 reformularía, con más fuerza y más premios, George Cukor y después Frank Pierson en el 76 con peores resultados. Finalmente son Bradley Cooper y Lady Gaga los protagonistas de esta historia sobre el amor, los sueños, la fama, la autodestrucción y lo difícil que es abrirse camino y mantenerse puro en el oscuro mundo del estrellato. Cooper, que también sustituye a Eastwood como director, ha confiado en Gaga como actriz, ha conseguido que se deshaga de todo el artificio y las máscaras para mostrarse ante el público tal y como es. La cantante también ha tenido que confiar en el nominado al Oscar, pero como cantante y debutante tras las cámaras. Esa confianza mutua que ambos han abrazado para sacar adelante este atrevido bautismo de fuego es lo que guía una película de claroscuros, tan brillante en sus mejores momentos como opaca cuando se queda sin cosas que decir.