-McQuarrie y Cruise llevan el concepto “cine de acción” a un nuevo nivel con esta taquicárdica exhibición de músculo técnico y riesgo físico. El más espectacular episodio de la saga, que no el mejor.
-El fichaje de Henry Cavill es todo un acierto, valió la pena el alboroto del bigote.
Cada vez parece más lejano aquel año 66 en el que Bruce Geller y Bruce Kesler daban comienzo a las aventuras de la FMI y sus extraordinarios espías en la serie de televisión clásica. Mucho mejor ha envejecido la inolvidable melodía de Lalo Schifrin, que todos seguimos tarareando cada vez que se nos vienen a la cabeza las palabras “Misión imposible”. Fue el cineasta Brian De Palma quien en 1996 adaptó aquella serie a la gran pantalla con resultados favorables. Cuatro años más tarde llegaría una desechable secuela de manos de John Woo, que enterró prácticamente las posibilidades de una tercera entrega. Parecía imposible revivir la saga, pero lo logró -para variar- un más que acertado J.J. Abrams. A continuación Brad Bird, dando el salto desde la animación de Pixar, le daría una nueva vida a la franquicia con mi episodio favorito, Ghost Protocol. Sería Christopher McQuarrie el último en coger el relevo, justo después de comprobar lo bien que se entendían él y Cruise en la sorprendente Jack Reacher. En esta ocasión McQuarrie vuelve a terminar lo que empezó, a cortar los flecos que quedaron sueltos tras el final de la quinta misión de Ethan Hunt, a darle a la saga una vuelta de tuerca, a pedirle a Cruise y a Hunt que salten un poco más lejos. El resultado, la mejor noticia posible para los amantes del género.