domingo, 4 de enero de 2015

Crítica de “El Jugador” (2014)

-Interesante y bien interpretada pero demasiado irregular, a pesar de los evidentes logros del guión le sigue faltando chicha...y alma.

-No es un remake vacío pero tampoco tiene los suficientes aciertos para resultar necesario. Se arriesga poco, pero cuando lo hace es una película ganadora.

Rupert Wyatt (El Origen del planeta de los Simios) es el director de este remake del famoso drama que Karel Reisz realizó en 1974. El aplaudido guión de James Toback (Bugsy) es sustituido por el trabajo de William Monahan (Infiltrados, Red de mentiras) y donde hace 40 años protagonizaba un joven James Caan, ahora nos encontramos con un escuálido Mark Wahlberg. El trabajo de estos tres no parecía nada fácil dado que la calidad del filme original era sustanciosa pero a su manera han sabido llevar el remake bastante bien, aunque no vaya ni de lejos a hacernos olvidar la del 74. Para apoyar a Mark Wahlberg tenemos un elenco de secundarios muy llamativo, por ejemplo: Brie Larson, Jessica Lange, John Goodman, Michael K. Williams -entre otros-. Aún con las nada desdeñables virtudes de su guión, la acertadas interpretaciones y otros aciertos que comentaremos más adelante, este thriller dramático no es lo suficientemente arriesgado para resultar necesario ni siquiera cuarenta años después, lo mejor es ver a Mark Wahlberg realizando una interpretación matizada, carismática y probablemente infravalorada.

El comienzo del filme es muy correcto, sirve para conocer al personaje, su personalidad, su situación y más tarde como vive paralelamente dos vidas muy diferentes. Wahlberg sostiene la película con una de sus mejores interpretaciones, y lo hace diferenciando sus dos papeles, por un lado el de carismático profesor cínico y deprimido, por otro el de jugador compulsivo. Es gracias a su trabajo que la película logra muchas de las virtudes que se le otorgan. Sin embargo, aunque el trabajo de Wahlberg sea muy bueno, no creo que haya sido la decisión de casting idónea para el papel. Quizás otro actor más capacitado habría exprimido más este personaje tan lleno de aristas. El guión de Monahan no es lo suficientemente bueno para la ocasión, hay elementos muy poco creíbles, subtramas y personajes completamente vacíos, además de una sensación de reiteración efectiva y fallida al mismo tiempo. Para explicarme, esa sensación de darse contra una pared una y otra vez resulta perfecta para causar el malestar o agobio deseado en el espectador, sin embargo también resulta cansino ver como el personaje pierde de la misma impasible manera sin descanso. Aunque tal vez sea más culpa de Wyatt que no ha sabido realizarlo de una manera menos efectista. A pesar de esto, el guión cuenta con algunos aciertos muy dignos, en especial con respecto a una forma de ver las cosas más matizada de lo esperado, concediéndole así al filme una complejidad inesperada que desgraciadamente sólo obtiene en momentos contados. El personaje de Wahlberg es otro acierto, si bien la actuación ayuda de sobremanera la construcción del personaje en el papel es tan buena como en la de Reisz, a veces es difícil soportar a un personaje tan autodestructivo.

El trabajo de dirección de Wyatt es también irregular, logra una buena labor en ciertos aspectos pero no da la talla en otros. A la hora de crear tensión o agobio en el espectador el británico se desenvuelve bien aunque se le acusa cierto efectismo. Tanto el comienzo como el final tienen un buen ritmo, sin embargo el desarrollo de la trama tiene baches, esto se debe a la repetición de situaciones, a los agujeros del guión y a la excesiva vacuidad de ciertos momentos. Y en especial se debe a que este que es un remake descafeinado, no tanto por falta de ritmo sino por falta de alma, uno de los mayores problemas del cine reciente. Porque no importa nada que el guión tenga buenos aciertos, que el material interese o que haya buenas interpretaciones si el filme no tiene alma. Aún así es un placer ver a John Goodman en “plena forma” haciendo uno de esos papeles cascarrabias en los cuales hace que cualquier palabra malsonante se haga épica. Jessica Lange y Michael K. Williams también resultan dos secundarios muy acertados. Después de casi una hora y media de thriller-drama moribundo es en el desenlace donde la película recupera la energía del principio, es una conclusión digna y que deja buen sabor de boca, aunque mejor no os la penséis demasiado.

Finalmente este remake no cumple los requisitos para ser válido, a pesar de sus evidentes aciertos los numerosos problemas prevalecen. Es una cinta a ratos vacua a ratos compleja, a ratos entretenida a ratos frustante, sobre un interesantísimo personaje interpretado por un estupendo Mark Wahlberg. Y a pesar de un cinismo evidente no se puede negar que como ocurre con el personaje principal el filme es radical, o todo o nada; y eso es un problema cuando después de todo es nada. Les recomiendo ver la de Reisz, un clásico de los 70, si prefieren el cine actual aquí tienen a Mark Wahlberg, una lista de temas musicales bastante buena y a John Goodman diciendo tacos; hay cosas peores.


Alejandro Arranz

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