-Spielberg regresa de nuevo a su cine infantil con unos resultados estupendos. No es “E.T” ni mucho menos, pero me habría cautivado de verla siendo niño.
-Repleta de milagros visuales, emociones reales, aventuras fantásticas y libre de pretensiones. Es una historia encantadora y directa tan disfrutable por niños, como reflexiva para adultos.
Me sorprende que a estas alturas un estreno del legendario Steven Spielberg no rompa tantos esquemas como cuando yo era un barbilampiño enano entusiasmado con el cine. De aquella todo era pasión por el descubrimiento, fascinación por la aventura, ensoñación con la magia. Ahora todo es un poco más artificial, puede que la mirada pura y la carencia analítica de aquellos años se pueda utilizar como argumento contrario, pero para mí la verdad irrefutable es que ya no se hace cine como el de antes. En este caso hablo de cine infantil (vamos a decir un género aunque sea un “target”). El cine infantil actual deja mucho que desear, se produce en masa y hay pocas apuestas que realmente merezcan la pena. Y si hay un director que durante su carrera ha logrado cautivar a familias enteras con su sempiterna alma de niño, ese es Steven Spielberg. Sin embargo con los años su madurez como director le ha hecho bifurcarse. Vamos a decir que tenemos al Spielberg para adultos y al Spielberg para niños. El primero ha ofrecido obras tan densas y vastas como “La lista de Schindler”, “Munich”o “Lincoln” más recientemente. El segundo con el paso de los años ha perdido, en opinión de muchos, la esencia para hacer películas infantiles. Quizás esto lo provocara “War Horse”, que pese a evidentes virtudes era una película larga, dispersa y muy empalagosa. Pero en mi opinión “Tintín” demostró que seguía siendo un fascinante narrador de aventuras familiares, y más importante aún, que aún resguardaba algo de aquel polvo mágico de los clásicos de mi infancia que conseguían que cada fotograma volviera a ser un motor para la ilusión y el deseo de descubrir nuevos misterios, lugares, personajes y vivir nuevas aventuras. El cine podía volver a ser mágico, aunque cada vez sea más difícil ser positivo con respecto a su futuro. Dejando tanta cháchara atrás, he de decir que el estreno de “Mi amigo el gigante” es un hito artístico. La unión de Roald Dahl (o al menos de sus mundos), uno de los genios del relato infantil, con Steven Spielberg, unos de los mejores narradores cinematográficos de historias infantiles. Por tanto con este párrafo sólo intento decir que para mi un estreno de Spielberg, sigue siendo una importante fecha que apuntar en el calendario. En esta ocasión Melissa Mathison adapta el cuento de Dahl, Kaminski y Williams permanecen fieles al cineasta en sus respectivos puestos y Mark Rylance se pone en la piel del buen gigante protagonizando la película. La pregunta que se debe formular es ¿Sigue poseyendo el cineasta, la capacidad de comunicarse con el alma de los niños y retratar los entresijos de la infancia?